Aman es un pastor de unos 30 años. Después de que su familia se convirtiera y llevara a muchos otros hacia la fe, enfrentaron persecución. Pero también vieron a Dios hacer milagros asombrosos. Vuestras oraciones y apoyo están ayudando a Aman y a los creyentes de su aldea a sobrevivir.
Aquí comparte su historia. Comienza cuando su madre padecía de una enfermedad terminal, y después de años de tratamiento y medicamentos estaba perdiendo la esperanza. Su madre tenía programada una operación y el padre de Aman tuvo que buscar ayuda de familiares y parientes para obtener apoyo económico.
Mi padre fue a visitar a mi hermana que vivía en otra ciudad. Ella había aceptado el cristianismo a través de un pastor local allí y tenía fe en Jesús.
Esto la llevó a asistir a la iglesia. Mientras estuvo allí, oraron por nuestra madre enferma. Recuerdo que mi hermana me dijo que mi padre se sentó durante toda la predicación y escuchó varios testimonios de Dios sanando las vidas de las personas. Entonces ella le dijo que, si tenía fe, Dios también sanaría a su esposa.
Cuando volvió, mi padre compartió su experiencia sobre la reunión y estaba dispuesto a dar un paso genuino y creer en el Dios cristiano. Quitó a todos los ídolos que tenía en casa y comenzó a orar con mi madre con frecuencia. Después de un tiempo invitó a un pastor a nuestra casa y tuvimos nuestra primera reunión de oración, que fue el comienzo de nuestra batalla de seis meses contra la enfermedad de mi madre. Pero esta vez, teníamos a Dios de nuestra parte.
Éramos pobres desde el punto de vista económico y, como no pudimos cubrir todo el coste de la operación de mi madre, el hospital la canceló. Únicamente nos quedaba esperar por un milagro de Dios. Fue un momento realmente difícil para mi padre especialmente, porque su fe también fue cuestionada no solo por su familia, sino también por otros. Estoy seguro de que incluso él mismo se lo cuestionó cuando estaba solo.
Mi padre no dejó de orar a su lado y Dios escuchó sus oraciones.
No obstante, mi padre no abandonó su fe en Cristo. No había dejado de orar con mi madre desde que regresó de esa iglesia a la que asistió y escuchó acerca de un Dios que sana enfermos. Continuó orando y, sin ningún tratamiento, puesto que el hospital ya había cancelado la operación, mi madre, sorprendentemente comenzó a mostrar signos de mejoría en su salud. Empezó a comer y a caminar más por casa. Mi padre no dejó de orar a su lado y Dios escuchó sus oraciones.
Continúa orando por Aman y los creyentes de su aldea.
Sin embargo, hacia el final del curso, durante uno de los servicios de la iglesia, el pastor me dijo que sentía que Dios me había llamado para Su obra. En ese momento no supe que quería decir con eso. Pero después de terminar con el curso, mis padres me llamaron para unirme a ellos en el ministerio que habían comenzado en el poblado.
Ese fue el llamado de Dios al ministerio. Regresé a mi aldea y luego me bauticé antes de unirme a mis padres en el ministerio. Mi padre me dijo que tenía la confirmación de Dios con respecto a mi vida de servicio. Comencé a predicar la Palabra de Dios en mi pueblo y Dios bendijo el ministerio. Muchos en la aldea recibieron a Cristo como su salvador. Pero a medida que crecía el número de creyentes, hubo otros que se levantaron contra la difusión de la Palabra de Dios.
Pasaron un par de años después de que mis padres y yo comenzáramos a compartir la Palabra de Dios en nuestro pueblo. Empezó a aumentar de tal manera el número de creyentes, que comenzaron a acusarnos de convertir a la gente a la fuerza. El rico terrateniente de la aldea y los ancianos decidieron expulsar a nuestra familia. Después de que se emitiera este aviso, algunos de los ancianos del pueblo y lugareños vinieron a nuestra casa y hablaron con mi padre. Nos amenazaron diciéndonos que nos fuéramos. Tenían miedo de que la aldea se convirtiera en una aldea cristiana. Esa misma noche oramos al Señor durante toda la noche.
Después de unos días, pasó algo muy significativo, algo que cambió la forma en que los aldeanos nos veían a nosotros y a nuestro Dios.
Había una niña que no podía respirar. Incluso llegó a perder el conocimiento: era un miembro familiar del terrateniente rico. Les preocupaba que no se despertara. Corriendo, llamaron al médico del pueblo, pero no les pudo ayudar. Entonces, algunos de los creyentes que estaban presentes sugirieron que se orara por la niña. Creo que Dios obró en sus corazones y fue entonces cuando llamaron a mi padre.
Después de llegar a la casa del propietario, les dijo que debían creer que Dios sanaría a la niña y que oraría en voz alta a Dios por ella. Nos llamó a mi madre y a mí a donde estaba acostada la niña y oramos juntos durante media hora, alabando a Dios y orando por la niña.
Fue un gran desafío para nosotros estar orando frente al propietario y los aldeanos, porque la noticia se había extendido para ese momento y casi todo el pueblo estaba allí en la casa, esperando a ver qué pasaba después de la oración.
Dios hizo que sucediera un milagro. La niña abrió los ojos y comenzó a llorar y a buscar a su madre. Se hizo evidente para el resto de la multitud que estaba allí presente, que la niña estaba inconsciente y había despertado.
Esa noche sentimos que Dios deseaba que nos quedáramos en el pueblo y continuáramos predicando Su Palabra. A partir de ese incidente, toda la aldea fue testigo del poder en el nombre de Jesucristo.
Desde ese día, la oposición se redujo considerablemente. Sin embargo, algunas personas todavía se oponían a que predicáramos la Palabra de Dios. Sentí que nuestra familia era como Daniel en el foso de los leones: Dios le dio valor a Daniel mientras estaba en ese foso y, de la misma manera, Dios nos estaba ayudando a hacer Su trabajo en medio de los riesgos y desafíos. Estoy agradecido a Dios por haberme guiado todos estos años en el ministerio.
Ninguno de los miembros de mi familia tiene un buen trabajo y varias veces luchamos para llegar a fin de mes. De hecho, la mayoría de las personas de nuestra comunidad son jornaleros.
Cuando los compañeros de Puertas Abiertas se enteraron de que seguíamos ministrando nuestra aldea a pesar de la persecución que sufríamos, quisieron ayudar a mi familia, así como a otras familias de creyentes en nuestra aldea.
Se lo agradecimos y alabamos a Dios.
Me gustaría agradecer al compañero de Puertas Abiertas por brindarnos la oportunidad de aprender esta habilidad para hacer bombillas LED y cómo configurar esta pequeña empresa. Esto ha marcado una gran diferencia en nuestras vidas.
También alabo a Dios por la visión que le dio a mi padre a comenzar un ministerio aquí en la aldea y por ser la guía y darle el valor para permanecer firmes en su servicio y obedecer su llamado.