La persecución religiosa por razón de sexo es implacable. Los contextos inseguros agravan las vulnerabilidades existentes y exacerban ciertas formas de persecución religiosa por razón de sexo.
Existen múltiples razones por las que un lugar se considera inseguro, como las siguientes: colapso económico, desastres naturales, inestabilidad política y conflictos, entre otras. Estos elementos, a menudo interrelacionados, socavan la seguridad humana y agravan las vulnerabilidades existentes, haciéndolas
más difíciles de soportar para una persona, una familia o una comunidad eclesial.
Una de las dinámicas que pueden crear inseguridad es aquella en la que existe un alto nivel de violencia directa. Este informe se centra principalmente en las formas violentas de inseguridad (en adelante, «inseguridad violenta»), como
la violencia religiosa selectiva, los conflictos armados y la violencia criminal..
La violencia actúa como un detonante que expone y exacerba las vulnerabilidades preexistentes. Por ende, tanto la violencia sexual contra las mujeres como la violencia física contra los hombres, incluyendo la violencia mortal, son más frecuentes en contextos de alta violencia.
Pertenecer a una minoría religiosa es una experiencia única para cada persona, ya que influyen muchos factores, como la ubicación geográfica, las inclinaciones políticas, las necesidades sanitarias, la edad y el sexo.
Sin embargo, en la mayoría de casos son aquellos que ya se encuentran en situaciones vulnerables los que corren más riesgo cuando la violencia se intensifica. Las mujeres pertenecientes a minorías religiosas suelen ser uno de esos
grupos.
«Todavía no estoy completamente en una zona segura, pero entiendo el dolor de esas mujeres. ¡Quiero consolarlas y servirles!»
SIMIN, CRISTIANA IRANÍ PERSEGUIDA
Incluso cuando se pone fin formalmente a la violencia, los hombres y las mujeres pertenecientes a comunidades religiosas marginadas siguen enfrentando problemas agravados.
Entre estos se incluyen una marginación continua cuando las sociedades cambian de estructura, los desafíos que conllevan los desplazamientos forzosos y un legado de trauma. Estas dificultades se ven afectadas por la religión y
el sexo.
Estos agentes suelen ser los primeros en responder en tiempos de crisis. Tienen fácil acceso las comunidades afectadas, quienes confían en su servicio.
Están especialmente preparados para comprender todas las necesidades de las minorías religiosas, sin dejar de lado las psicológicas y las espirituales.
Poco a poco están adoptando un enfoque que también tiene en consideración el sexo.
Para los hombres y los niños, la PRRS es focalizada, visible y severa. Está marcada por la violencia física selectiva, que incluye la violencia letal, así como por las presiones estatales y económicas.
Para las mujeres y las niñas, la persecución es compleja, sutil y violenta. Se caracteriza por la violencia sexual y el matrimonio forzado, así como por una violencia insidiosa e invisible a puerta cerrada.
«El problema es que, cuando las mujeres sí hablan, no obtienen justicia. A menudo, se necesitan años y mucha fuerza por parte de las víctimas que ya están marginadas económicamente y pueden haberse visto obligadas a abandonar sus hogares por miedo y por vergüenza»
UN EXPERTO REGIONAL EN LA INDIa
Ayuda a que las mujeres perseguidas se sientan valoradas y empoderadas en Dios
En pocas palabras, el informe viene a decir que hombres y mujeres, así como niños y niñas, se enfrentan a diferentes formas de opresión y violencia por ser cristianos. Descarga el informe, entiende su realidad y #oraconellos. Sé parte de la respuesta.
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