Las mujeres cristianas de Egipto, especialmente las que viven en zonas de mayoría musulmana, sufren por causa de su sexo y su fe constantes abusos y hostilidades que, en algunos casos, llegan a extremos que llevan a estas creyentes a sentir que están «enterradas vivas».
Además, en algunos casos, incluso las comunidades cristianas han absorbido esta forma de tratar a las mujeres, lo cual provoca que no tengan un lugar seguro en el que sentir paz y seguridad.