Solo el 1,85 % de las personas en Pakistán son creyentes, algo más de 4,5 millones respecto de una población de 245,2 millones.
Las tristemente famosas leyes paquistaníes de blasfemia son utilizadas a menudo contra grupos minoritarios, siendo los cristianos los más afectados. Aproximadamente una cuarta parte de estas acusaciones de blasfemia se dirigen contra ellos, a pesar de que los cristianos solo representan el 1,8% de la población.
Las leyes de blasfemia suponen pena de muerte. Aunque rara vez suele ejecutarse, las personas acusadas de ello pueden ser atacadas o asesinadas por turbas. En junio de 2024, un hombre fue asesinado así tras ser acusado de profanar el Corán.
El ataque de 2023 contra casas y edificios cristianos en Jaranwala sigue contribuyendo a crear un clima de tensión y miedo. Las iglesias históricas gozan de relativa libertad para celebrar cultos y otras actividades, pero están muy vigiladas, y han sido objeto de atentados con bombas.
El número de niñas cristianas (y de otras minorías religiosas) secuestradas, maltratadas y obligadas a convertirse al islam (con frecuencia, respaldadas solo por tribunales inferiores) va en aumento. Y las iglesias que lo divulgan son especialmente susceptibles de sufrir oposición.
Todos los cristianos sufren discriminación institucionalizada. Las autoridades reservan para los cristianos los trabajos más bajos, sucios y degradantes, como limpiar alcantarillas o trabajar en hornos de ladrillos. A muchos se les llama chura, un término despectivo que significa «sucio». Los cristianos también son vulnerables a convertirse en siervos debido a deudas contraídas.
Aunque la nueva coalición de Gobierno establecida en febrero de 2024 parece estar asentada, la política en Pakistán sigue estando muy polarizada, lo cual podría provocar que las minorías religiosas, incluidos los cristianos, se enfrenten a mayores presiones y ataques.
«Todos nos escondimos en la habitación más alejada de la casa y oramos; sabíamos que las familias que huyeron también oraban por nosotros»
—Sharam
La mayoría de los cristianos viven en la provincia de Punjab, por lo que es allí donde se producen muchos incidentes de persecución, discriminación e intolerancia. Junto con Punjab, la provincia de Sindh es famosa también por ser un centro de trabajo en régimen de servidumbre que afecta a muchos cristianos.
Los de origen musulmán sufren la persecución tanto de los grupos islamistas radicales como la de sus familias, amigos y vecinos. Los radicales los consideran apóstatas, y sus familias y comunidades los ven como traidores por haber abrazado otra religión.
Las mujeres y niñas cristianas se enfrentan a enormes peligros en Pakistán. La amenaza de secuestro y abuso es elevada. Niñas de tan solo siete años, especialmente de familias pobres y con discapacidad, son secuestradas, casadas a la fuerza, convertidas en víctimas de abuso sexual y obligadas a convertirse al islam. Algunas familias no vuelven a ver a sus hijas, en parte porque las autoridades rara vez toman medidas significativas para llevar a los autores ante la justicia.
Si las víctimas logran regresar a casa, la «vergüenza» que suponen el secuestro y la violación vividos ensombrece enormemente sus vidas en una cultura paquistaní basada en el honor; y siguen viviendo bajo el temor y la amenaza de volver a ser secuestradas porque, para el secuestrador, haberlas perdido supone una vergüenza.
Las mujeres y niñas cristianas también son vulnerables a la violencia sexual en el trabajo y en las escuelas. Y la trata de personas es otro peligro más al que se enfrentan.
Los hombres cristianos viven con miedo constante a las acusaciones de blasfemia y a las consecuencias devastadoras que podrían tener en sus vidas.
Los lugares de trabajo también pueden ser duros para hombres y niños, muchos de los cuales se ven obligados a aceptar trabajos humildes y peligrosos para mantener a sus familias. Muchos creyentes luchan por escapar del ciclo de trabajo en régimen de servidumbre.
Los cristianos de clase media también pueden tener problemas. Por ejemplo, a los musulmanes se les anima a no ascender a cristianos en el trabajo (o no aceptarlos en puestos de responsabilidad en el trabajo), porque las costumbres islámicas promueven la superioridad de los musulmanes en la sociedad y eso fomenta esa actitud en la sociedad.
Y al parecer, entre los jóvenes de Pakistán están aumentando las violaciones y asesinatos, algunas de cuyas víctimas son cristianos.
Rashid (nombre ficticio) nos muestra cómo es la vida de muchos cristianos en Pakistán.
«Estamos en una batalla espiritual... Seremos Cristo incluso para nuestros enemigos. Les demostraremos que nuestra fe es más fuerte que su odio»
Rashid
Puertas Abiertas trabaja en los países del Golfo Pérsico, incluido Pakistán, a través de The HOPE, ayudando a otros mediante la oración y el aliento (Hoping Others through Prayer and Encouragement, en inglés).
Señor Dios, oramos para que protejas a nuestros hermanos y hermanas de Pakistán.
Guarda a las mujeres y a las niñas de todo mal; pon ángeles a su alrededor y dales paz.
Oramos por los hombres que viven con miedo a los ataques y a las falsas acusaciones. Recuérdales que estás con ellos en todo, y que nunca los abandonarás (Deuteronomio 31:6).
Pon fin a la violencia colectiva y a la polarización en el país; abre los ojos de los musulmanes para ver el valor de los cristianos, y poder vivir y trabajar junto con ellos en armonía.
Fortalece a Tu Iglesia y haz que su testimonio haga brillar Tu luz y Tu amor en la oscuridad. Amén.