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Extremo
Hay poco más de 2 millones de cristianos en Sudán, de una población de 49,3 millones de personas. Eso es aproximadamente el 4,1 %.
Sudán avanzaba hacia la libertad religiosa, pero un golpe de Estado y una guerra devastadora echaron por tierra toda esperanza, y los cristianos vuelven a estar en peligro.
Ninguno de los dos bandos en guerra simpatiza con los cristianos, y el conflicto ha dado a los extremistas islamistas más oportunidades aún para atacarlos. Hasta la fecha se han dañado más de 100 iglesias, y se ha secuestrado y asesinado a cristianos. Y los cristianos sudaneses que han llegado a la fe procedentes de un contexto musulmán se enfrentan a duras represalias por parte de sus familias y comunidades. Por eso, tienden a mantener su fe en secreto incluso ante sus propios hijos.
Tras año y medio de guerra, Sudán es ahora escenario del mayor desplazamiento y la hambruna del mundo, con casi 9 millones de personas obligadas a huir de sus hogares. Debido a esto, los cristianos también están sufriendo penurias excepcionales, porque las comunidades locales los discriminan y no les prestan ayuda, y porque gran parte de la población cristiana de Sudán que podría haber ayudado con la distribución de ayuda, se ha visto obligada a huir.
La guerra vigente en Sudán ha aumentado la vulnerabilidad de los cristianos sudaneses, haciendo que su país suba tres puestos en la Lista Mundial de la Persecución de este año.
El extremismo islamista ha aumentado en ambos bandos del conflicto, aprovechando la caótica situación de seguridad. Estos grupos han sacado provecho de la caótica situación de seguridad, provocando un fuerte aumento de los ataques contra comunidades cristianas e iglesias. La presión ejercida sobre ellos es cada vez mayor y más intensa: este año ha crecido sustancialmente, pues la guerra civil ha introducido niveles extremos tanto de violencia como de penurias. Han ocupado iglesias, edificios cristianos e incluso viviendas particulares de cristianos. Esto hace que los cristianos vivan con miedo constante, y dificulta su acceso a desplazamientos seguros, alimentos y ayuda, incluso en la capital.
La lucha por la supervivencia en Sudán se ha vuelto aún más difícil para las comunidades cristianas, que se enfrentan a mayores peligros y a la disminución de sus recursos.
«Estamos resistiendo y hemos puesto a Dios en primer lugar para que nos ayude. No nos hemos olvidado de Dios porque está con nosotros siempre, día y noche»
—Alia
Los cristianos de trasfondo musulmán se enfrentan a la violencia, el encarcelamiento y el rechazo de sus familias, y pueden verse obligados a huir de sus hogares. Y en las zonas de Sudán donde se libran intensos combates, todos los cristianos corren el riesgo de ser perseguidos.
En 2020 el Gobierno civil de transición de Sudán introdujo una serie de cambios positivos que proporcionaron mayores libertades y protecciones a las mujeres. Entre ellos, se puso fin a la obligatoriedad de necesitar permisos de familiares varones para poder viajar y la mutilación genital femenina.
Pero lamentablemente, la guerra ha asestado un duro golpe a los derechos de las mujeres. El golpe militar y el reciente estallido de combates han provocado una gran ola de violencia sexual contra ellas, lo que ha agravado su ya desventajosa situación en la sociedad sudanesa. Además, como el testimonio de una mujer se considera menos valioso que el de un hombre, raramente son denunciados y castigados estos delitos.
En este contexto, las mujeres cristianas y las que se convierten del islam al cristianismo son especialmente vulnerables a la violencia sexual. Pueden enfrentarse a enormes peligros sin esperanza de justicia, como arresto domiciliario, matrimonio forzoso, divorcio, pérdida de custodia de los hijos, y pérdida de la herencia.
En los últimos disturbios han aumentado los secuestros y asesinatos de hombres cristianos por parte de grupos radicales, para debilitar así económicamente a la familia y abusar sexualmente de las esposas e hijas.
Los hombres cristianos también soportan otros tipos de persecución. A los líderes religiosos cristianos, que son mayoritariamente hombres, el Gobierno suele acusarlos falsamente de terrorismo y apostasía, aunque no existe tal ley desde 2020. Y los hombres conversos al cristianismo corren el riesgo de recibir palizas. También pueden ser encarcelados, acosados laboralmente y desplazados; o expulsados de sus hogares, rechazados por sus familias u obligados a huir debido a la presión.
Alia (nombre ficticio), es una cristiana desplazada en el sur de Sudán.
«Hay muchas enfermedades, caemos enfermos, necesitamos medicinas para curarnos y curar a nuestros hijos. Tenemos tantos retos... Oro para que Dios escuche mis lágrimas y vea esta situación y la guerra»
Alia
Puertas Abiertas trabaja a través de iglesias locales colaboradoras de Sudán para ayudar a los cristianos perseguidos con capacitación para sobrevivir a la persecución, con formación de discípulos y proyectos de capacitación económica.
Padre Dios, te pedimos que traigas la paz a Sudán este año.
Oramos para que se termine este terrible conflicto. Por favor, protege, consuela y provee a los cristianos que no tienen un lugar seguro al que ir y ayúdales a construir una comunidad.
Te pedimos un futuro mejor para Sudán, en el que la gente corriente pueda comer y dormir con seguridad.
Amén.
