Hay 123,26 millones de personas que se consideran cristianas en México; constituyen la mayoría de la población total, que es de 129,38 millones.
Aunque la mayoría de la población de México es cristiana, muchos creyentes viven en peligro de ser perseguidos, sobre todo por parte de bandas criminales, cárteles de la droga y grupos indígenas. En muchas partes del país, la presencia de estos grupos es cada vez mayor. Los cristianos que denuncian valientemente sus actividades, o que se dedican al trabajo comunitario o a la evangelización (especialmente entre jóvenes, drogadictos y migrantes) son considerados una amenaza. Eso los convierte en un objetivo. En algunos casos, se señala a los niños cristianos o a los hijos de los líderes religiosos cristianos.
En algunas comunidades indígenas, quienes deciden abandonar sus creencias ancestrales y tradicionales para seguir a Jesús se enfrentan al ostracismo, las multas, el encarcelamiento y el desplazamiento forzoso. Dado que los dirigentes indígenas son quienes administran justicia en esas zonas, los creyentes no tienen a quién recurrir para investigar las irregularidades y proteger su libertad religiosa. Estas familias también pueden sufrir acoso por parte de la comunidad, como daños a la propiedad o restricción del acceso de sus hijos a las escuelas, así como amenazas.
México es un Estado estrictamente laico y, en general, ha aumentado la hostilidad hacia la fe y los valores cristianos, mientras que las expresiones públicas del cristianismo se enfrentan a un escrutinio legal cada vez más fuerte.
En junio, México eligió a su primera presidenta, judía y mujer, pero los crecientes niveles de corrupción y delincuencia hicieron que el periodo previo a las elecciones fuera el más violento de su historia democrática. También han aumentado las denuncias de extorsión a líderes cristianos y de desplazamiento de iglesias tras ser blanco de la violencia criminal. Estos acontecimientos contribuyeron a que México ascendiera seis posiciones en la Lista Mundial de la Persecución de 2025.
«Oro a Dios para que Su palabra venza al mal y llegue a mi comunidad... Oro para que en mi pueblo haya libertad para hablar de Jesucristo»
—Mauricio, creyente mexicano
Se cree que hay unos 150 grupos delictivos activos en todo México, con al menos uno en cada estado. La persecución es un riesgo real para cualquier cristiano que viva en estas zonas y sea considerado una amenaza para la actividad de los cárteles.
En el sur de México, los cristianos que abandonan las creencias indígenas tradicionales por el cristianismo corren un riesgo especial de sufrir hostilidad y ser desplazados.
Una de las mayores amenazas para las mujeres y niñas cristianas son las bandas criminales. México es uno de los países del mundo con mayor índice de trata de personas. Esto convierte a las mujeres en un objetivo fácil para el secuestro y la esclavitud sexual por parte de grupos armados ilegales.
Cuando las mujeres reclutadas por bandas criminales se convierten al cristianismo y abandonan el grupo, es probable que sus familias sufran amenazas y violencia.
Las cristianas conversas de algunas comunidades indígenas pueden ser obligadas a casarse con hombres indígenas no cristianos para presionarlas a que renuncien a su fe.
Los hombres en México pueden enfrentarse a una intensa presión y violencia por ser cabezas de familia y líderes de las iglesias. Cuando los grupos delictivos armados quieren impedir que las iglesias ejerzan su ministerio en sus comunidades o limitar sus actividades, suelen amenazar al líder de la iglesia.
En las zonas controladas por grupos delictivos o cárteles de la droga, los jóvenes, incluidos los cristianos, corren el riesgo de ser adoctrinados y reclutados a la fuerza. Quienes se niegan o se resisten se enfrentan a amenazas, secuestros e incluso la muerte.
En algunas comunidades indígenas, los conversos pueden ser golpeados, acosados y expulsados. El nivel de presión y violencia aumenta si se considera que el converso es un líder cristiano.
Se presume que tales líderes incitan a la rebelión. En estas comunidades indígenas, las autoridades locales saben que, sin un líder, la comunidad volverá a la religión mayoritaria.
Mauricio, creyente mexicano.
«Mi sufrimiento comenzó cuando acepté al Señor Jesús. Primero, las autoridades de mi comunidad intentaron quitarme el título de propiedad de mi tierra. Me quitaron el certificado para que no pudiera trabajar mi tierra, me encarcelaron a mí y a mi mujer durante 24 horas y, por último, nos quitaron el agua potable y los servicios públicos»
Mauricio
Puertas Abiertas fortalece a los creyentes perseguidos en México mediante capacitación bíblica, apoyo jurídico, atención postraumática y ayuda socioeconómica.
Padre celestial, gracias por nuestros hermanos y hermanas en México, y por su valentía a la hora de enfrentarse a la violencia y el crimen que tanto abundan en el país. Fortalécelos y llénalos de Tu Espíritu Santo; dales las palabras adecuadas para que sigan luchando contra la injusticia. Protege a los creyentes para que no sean reclutados por bandas criminales y acaba con el control que estas ejercen sobre la nación. Ayuda a los creyentes de origen indígena a encontrar lugares seguros donde reunirse y celebrar su culto. Que sus testimonios hagan brillar Tu luz en los lugares oscuros. Amén.