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Muy Alto
Hay 263 000 cristianos en Kirguistán. Constituyen el 4% del total de una población de 6,84 millones de personas.
En Kirguistán, las autoridades locales tienen un considerable poder, y suelen estar bajo la influencia de la comunidad musulmana local. Esto tiene fuertes repercusiones, especialmente para los conversos al cristianismo.
Las iglesias ortodoxas rusas, como no intentan evangelizar a la población local, son las que menos problemas sufren por parte del Gobierno. Las comunidades de creyentes que sí intentan compartir el Evangelio pueden sufrir presiones e incluso ataques. Los más perseguidos son los cristianos locales provenientes del islam. Algunos son encerrados por sus familias durante largos periodos, y golpeados. Los maestros islámicos locales predican contra la conversión, y eso trae como efecto que algunos conversos sean expulsados de sus comunidades.
El año pasado, Kirguistán ni siquiera figuraba entre los 50 primeros puestos de la Lista Mundial de la Persecución 2024. Pero este año, el país ha subido hasta el número 47.
La presión ha aumentado en todos los ámbitos, y la verdadera razón de este ascenso en la clasificación es el número de incidentes violentos que han afectado a los creyentes de este país de Asia Central. Además, el Gobierno siguió presionando para regular los grupos religiosos, lo que podría crear un ambiente aún más hostil hacia los creyentes, sobre todo para los que quieren registrar sus iglesias. Las familias, amigos y vecinos musulmanes presionan a los conversos, y el Gobierno impone muchas restricciones a las actividades eclesiásticas. No se permiten actividades religiosas fuera de las instituciones estatales y controladas por el Estado.
Los conversos del islam son los más perseguidos, pueden sufrir presiones por parte de la familia, la comunidad y el Estado. Esto ocurre especialmente en las zonas rurales.
Aunque las leyes de Kirguistán otorgan los mismos derechos a hombres y mujeres, la cultura islámica tradicional sitúa a la mujer en un nivel subordinado al hombre en el contexto familiar. Las mujeres y niñas están excluidas de los procesos de toma de decisiones, y son víctimas de la violencia. Por tanto, las mujeres no pueden elegir libremente su religión y sufren persecución si se convierten al cristianismo. La rígida estructura de la sociedad hace que las mujeres también sean objeto de persecución como medio de infligir daño psicológico a sus maridos u otros familiares.
A lo largo de los años, las mujeres y niñas cristianas han sufrido abusos verbales y físicos, arresto domiciliario, matrimonio forzoso, violencia familiar y violaciones. Como se ha señalado en años anteriores, Kirguistán tiene una larga tradición de rapto de novias; en las zonas rurales de regiones conservadoras, las conversas del islam corren el riesgo de ser secuestradas y casadas forzosamente con un musulmán. También son objeto de arrestos domiciliarios por parte de sus familias, una forma habitual y socialmente aceptada de presionar a las creyentes. Se les restringe el acceso a las redes sociales, especialmente a las cristianas, con la esperanza de que vuelvan al islam.
Los hombres cristianos sufren discriminación a diario, en el trabajo, el ejército o la comunidad local. La presión es mayor en las zonas rurales, lejos de las grandes ciudades. Al parecer, permiten que haya un pequeño número de cristianos en los órganos de Gobierno, explica un experto, «para dar la impresión de que todo va bien».
Los varones conversos al cristianismo se enfrentan a diversas formas de presión y violencia por parte de sus familiares y su comunidad local. Se sabe de hombres y niños cristianos que han sufrido abusos verbales y físicos, detenciones, interrogatorios, multas, encarcelamientos, pérdida de empleo, arresto domiciliario, pérdida de herencia y exclusión social. E incluso, exclusión de participar en las instituciones comunitarias. Para impedir que accedan a los foros comunitarios, las autoridades locales y los musulmanes se alían y colaboran entre sí.
Cuando se sabe que un hombre de negocios es cristiano, la comunidad puede boicotear su negocio o ponerle trabas. Los hombres suelen ser los cabezas de familia y su principal sustento económico, por lo que, cuando un cristiano pierde su trabajo o su negocio a causa de su fe, toda su familia sufre las consecuencias.
Los conversos conocidos serán acosados e interrogados duramente por su familia y la comunidad local. En algunos casos, el imán local también participará, amenazando y desgastando a los conversos varones.
Cuando se hacen redadas en las iglesias, son sus dirigentes quienes son detenidos, interrogados y multados. Para los musulmanes, los líderes eclesiásticos son los responsables principales de la conversión de su pueblo. Se han dado casos en que líderes cristianos kirguizos no han podido continuar con su ministerio porque sus negocios (ajenos a la iglesia) han sido atacados.
Jena y Relindas (nombres cambiados por seguridad) creyentes en Kirguistán.
«Las hermanas en Cristo, Jena y su hermana Relinda son creyentes de un pequeño pueblo. Desde que la gente se enteró de que creen en Jesús, han comenzado a perseguirlas de todas las maneras posibles. A los vecinos del pueblo se les ha prohibido comunicarse con ellas. Y amenazan con quemar su casa».
Un contacto local de puertas abiertas
Puertas Abiertas ayuda a los cristianos de Asia Central que sufren persecución por su fe. A través de nuestros colaboradores locales, proporcionamos ayuda y apoyos inmediatos mediante distribución de literatura, oración, formación, y diversos proyectos sociales y económicos, como centros de rehabilitación.
Querido Dios, oramos por nuestros hermanos y hermanas de Kirguistán. Estamos desconsolados al ver la presión a la que están sometidos este año los cristianos en el país. Por favor, acompaña a tu pueblo y recuérdale que estás con él. Oramos por aquellos que están sometidos a presión, para que conozcan tu esperanza y paz. Te lo pedimos en el nombre de Cristo. Amén.
