Está desconectado. Se trata de una versión de solo lectura de la página.
Extremo
Poco menos de la mitad de los eritreos son cristianos: 1,68 millones de una población de 3,8 millones. Sin embargo, los cristianos que no pertenecen a denominaciones aprobadas por el estado se enfrentan a una persecución extrema.
El panorama de la persecución en Eritrea es complejo. El Gobierno solo reconoce a nivel eclesiástico a la Iglesia Ortodoxa Eritrea (IOE), la católica, la luterana y al islam. Los conversos del islam o la ortodoxia cristiana al protestantismo corren un gran riesgo de sufrir malos tratos graves por parte de sus familias y comunidades. Las iglesias que se enfrentan a las violaciones más graves por parte del Gobierno y de la IOE son las no tradicionales. Durante muchos años, las fuerzas de seguridad han estado haciendo redadas casa por casa y deteniendo a cientos de cristianos.
En Eritrea, la vida cotidiana está fuertemente vigilada. Debido a este extremo control estatal, Eritrea es conocida como la «Corea del Norte de África». Las llamadas telefónicas y el uso de Internet están bajo constante escrutinio. Los cristianos son los que más sufren, especialmente los de iglesias no reconocidas por el Estado. Y la extrema presión, la violencia estatal, y el reclutamiento militar obligatorio fuerza a los jóvenes cristianos a un servicio militar indefinido sin derecho a objeción de conciencia.
Eritrea ha descendido dos puestos en la LPM, pero no porque haya mejorado sino porque los países que la preceden en la lista han empeorado. Por eso, su puntuación es la misma que la del año pasado, y sigue siendo uno de los lugares más peligrosos del mundo para los cristianos.
En el último año las cosas no han cambiado mucho: se ha producido otra detención masiva de cristianos en Eritrea. Además, el país ha empeorado aún más su condición de marginado internacional, con un aislamiento mayor que hace la situación de los creyentes eritreos siga siendo difícil e ignorada.
«No tengo planes de abandonar el país. Tengo una 'responsabilidad evangélica' aquí. Pero cuanta más presión, más sufrimiento y más problemas sociales y financieros... A veces pienso en irme. Pero luego me reprendo: ¿quién predicará el Evangelio, si no? Estoy decidido a quedarme aquí y servir al Señor en Eritrea»
Paulos
Por parte del Gobierno, todos los cristianos de Eritrea están expuestos a un escrutinio intenso, con riesgo de arresto y detención indefinidos. Las zonas con mayor presencia de extremismo islamista están en las tierras bajas, tanto de regiones occidentales como orientales.
Pero por parte de la familia y la comunidad, los más que más presión sufren son los cristianos que abandonan el islam y, en menor medida, los que pasan de la ortodoxia al protestantismo.
En Eritrea, las mujeres cristianas se enfrentan a una intensa presión por parte del Gobierno y de la sociedad. Las evangélicas y las conversas sufren cada vez más persecución y presión sociales. En las zonas rurales, las conversas se arriesgan a ser secuestradas y obligadas a casarse con musulmanes, lo que las convertiría en musulmanas. Y sus familias pueden aislarlas causándoles así angustia psicológica, o expulsarlas de sus hogares.
A diferencia de lo que ocurre en muchos otros países, en Eritrea tienen que recibir formación militar y servir al país en campamentos, donde pueden sufrir violencia de género. Para escapar de esto, muchas huyen del país. Y en la infame red de cárceles y centros de detención clandestinos de Eritrea, las mujeres y niñas cristianas están expuestas a violaciones y violencia sexual, sin poder denunciar estos abusos, por lo general.
Las familias de las mujeres cristianas detenidas o fugadas también sufren, porque soportan actos punitivos y penurias económicas.
La ley prohíbe a las mujeres eritreas viajar sin certificado de bautismo. Esta medida afecta especialmente a las creyentes pentecostales, porque no practican el bautismo infantil. Y la ley va más allá en la marginalización de las mujeres cristianas.
Los hombres cristianos en Eritrea sufren una persecución dura, especialmente a través del reclutamiento militar obligatorio. Este entorno férreamente controlado empuja a muchos jóvenes a abandonar el país.
A pesar de los acuerdos de paz, las tropas eritreas siguen activas en zonas de conflicto, y eso hace vulnerables a los hombres y niños cristianos.
Tanto hombres como mujeres pueden ser detenidos arbitraria e indefinidamente por asistir a reuniones secretas en células domésticas.
Los pastores (normalmente hombres) están especialmente en el punto de mira: sufren acoso, encarcelamiento y vigilancia constante, lo que dificulta su labor pastoral. Esta persecución llega hasta sus familias, causándoles angustia económica y estigma social. Sus hijos suelen ser objeto de burla y se les llama «pente», un término despectivo en Eritrea. Muchos de los detenidos acaban siendo forzados al servicio militar, lo que trastorna aún más sus vidas y las de sus comunidades.
Paulos, creyente de Eritrea compartió su historia con nosotros:
«Vivimos con el temor de quién será el próximo en ser detenido. ¿Será otro hermano en Cristo? ¿Seré yo? Pero debemos seguir caminando con Dios»
Paulos
Puertas Abiertas trabaja a través de colaboradores de las iglesias locales de Eritrea para ofrecer proyectos de capacitación económica, formación de discípulos y ayuda para sobrevivir a la persecución.
Padre celestial, te pedimos que protejas, fortalezcas y mantengas unidos a todos los cristianos de Eritrea. Que Tu amor y Tu gracia los sostengan en cada prueba, y que permanezcan firmes en su fe. Amén.
