En Egipto hay alrededor de 10 millones de cristianos de una población de 114,4 millones de personas.
En Egipto, los cristianos sufren discriminación en sus propias comunidades. Las mujeres cristianas sufren acoso en la calle, especialmente en las zonas rurales, y los niños cristianos son intimidados en la escuela. En ocasiones, turbas musulmanas obligan a los cristianos a abandonar sus hogares tras acusarles de blasfemia. Estos incidentes ocurren sobre todo en el Alto Egipto, donde actúan grupos islamistas radicales. El partido salafista Al Nour, a pesar de ser religioso, opera legalmente y ejerce una fuerte influencia en las zonas rurales pobres.
El presidente egipcio, el-Sisi, habla positivamente de los cristianos e intenta promover la unidad, pero las autoridades locales a menudo no protegen a los cristianos de los ataques. La construcción de nuevas iglesias es difícil en algunas zonas de Egipto y los cristianos se enfrentan a la hostilidad y la violencia de sus comunidades.
Además de por sus comunidades, los cristianos conversos procedentes del islam también pueden sufrir fuertes presiones por parte de sus familias para que vuelvan a esa religión. Los servicios de seguridad detienen e intimidan a los conversos, lo que dificulta que puedan vivir abiertamente como cristianos.
Egipto ha descendido dos puestos en la Lista Mundial de la Persecución, pero la puntuación de la persecución es la misma, lo que significa que las cosas no han cambiado para los seguidores de Jesús en esta nación norafricana. Este año, los cristianos egipcios se han visto afectados sobre todo por el deterioro de la economía. Esto aumenta la pobreza y exacerba la dinámica de poder ya existente entre musulmanes y cristianos. Muchos cristianos son tratados como ciudadanos de segunda, relegados a realizar trabajos serviles en condiciones de seguridad deficientes y con una remuneración muy limitada. En particular, los conversos del islam siguen enfrentándose a una oposición violenta, mientras que en varios incidentes creyentes coptos han sido atacados, detenidos injustamente y, en un caso, asesinados.
«La fe en Jesús llenó mi corazón de alegría, paz y esperanza. Jesús me dio las fuerzas que necesitaba desesperadamente, y volví a encontrarla»
—Sarah*, conversa del islam en Egipto
En el Alto Egipto, en el sur del país, la sociedad es más conservadora y radical. La mayoría de los ataques a cristianos se producen allí, especialmente en la gobernación de Minya. Los cristianos de las zonas rurales pobres del norte, como el delta del Nilo, también sufren una opresión similar por parte de los musulmanes radicales. Pero en todo el país, de mayoría musulmana, los conversos del islam sufren fuertes presiones por su decisión de seguir a Jesús.
En las zonas rurales de Egipto, las jóvenes cristianas se enfrentan a graves problemas. Son vulnerables al acoso de los extremistas islamistas. Cada año desaparecen muchas mujeres jóvenes y niñas, generalmente debido a relaciones con hombres musulmanes. La policía interviene a veces y las devuelve, pero a menudo las autoridades parecen cómplices o indiferentes. En enero de 2023, tres hombres fueron declarados inocentes tras agredir y avergonzar a una anciana cristiana. El caso demostró que los agresores atacan con impunidad en un entorno marcado por una fuerte cultura del honor y la vergüenza, y por un desequilibrio de poder entre la mayoría musulmana y la minoría cristiana.
El miedo a la violencia hace que muchas mujeres teman salir de casa sin compañía masculina. Algunas niñas cristianas son engañadas para contraer matrimonio siendo menores de edad, sobre todo las de familias pobres. El matrimonio precoz es habitual en las zonas rurales y, a menudo, las niñas no pueden ir a la escuela. Las mujeres tienen pocos derechos dentro del matrimonio y necesitan el permiso de un tutor varón para casarse. Las mujeres conversas del islam se enfrentan a graves abusos, como ser encerradas, golpeadas o incluso asesinadas para proteger el honor familiar. Debido a su religión, a menudo pierden a sus hijos y los derechos de herencia.
Egipto tiene altos índices de acoso y violencia sexual. A pesar de algunas mejoras, muchos casos no se denuncian por miedo y estigma. Se calcula que cada año se denuncian 20 000 violaciones y que el 90 % de las mujeres sufren algún tipo de acoso sexual. Egipto también tiene una de las tasas más altas de mutilación genital femenina del mundo.
En Egipto, los hombres cristianos a menudo se sienten ciudadanos de segunda clase. Pocos cristianos ocupan altos cargos en el ejército o el gobierno. El desempleo es un gran problema, especialmente en el Alto Egipto, donde los jóvenes cristianos tienen dificultades para encontrar trabajo y a veces se ven presionados para abandonar el cristianismo por motivos económicos. La discriminación es habitual, incluso por tener un nombre cristiano. Por ejemplo, en los últimos treinta años, sólo doce jugadores cristianos han participado en la primera división de fútbol de Egipto.
Esta discriminación dificulta que los hombres cristianos mantengan a sus familias, perjudica su autoestima y provoca mayores índices de violencia doméstica y divorcio. Los líderes religiosos cristianos, en su mayoría hombres, corren graves riesgos. Algunos han sido asesinados. El acoso a los estos líderes y sus familias provoca miedo y ha provocado que más cristianos abandonen el país. Quienes denuncian las injusticias pueden ser blanco de las autoridades o de extremistas musulmanes.
Los hombres que se convierten al cristianismo se enfrentan a una dura persecución y pueden tener que huir del país. Muchos hombres han abandonado su lugar de origen para huir de la persecución, dejando atrás a sus hijos.
Julie (nombre cambiado), niña cristiana en Egipto
«Los profesores y compañeros de clase solían burlarse de mí y decirme que los cristianos estábamos locos, alegando que adorábamos a tres dioses. Una compañera musulmana me dijo una vez que me mataría por ser cristiana»
Julie
Puertas Abiertas trabaja a través de colaboradores locales en Egipto para apoyar a la iglesia en todo el país mediante actividades de alfabetización, educación, evangelización, atención médica y ministerios para jóvenes, familias y mujeres.
Padre celestial, elevo a mis hermanos en Egipto que sufren persecución por su fe. Concédeles valor, protección y fortaleza. Que tu amor y tu paz les rodeen, y que encuentren esperanza y sanación en tu presencia. Amén.