Es difícil saber exactamente cuántos cristianos hay en Corea del Norte, ya que estos deben ocultar su fe, pero Puertas Abiertas calcula que son 400 000, en torno al 1,5 % de la población. Aproximadamente 50 000 - 70 000 de estos creyentes se encuentran en horribles prisiones y campos de trabajo.
Si se descubre tu fe cristiana, te pueden matar en el acto. Si no te matan, te deportan a un campo de trabajo y te tratan como un criminal político. Allí te castigan con años de trabajos forzados, siendo pocos los que sobreviven a ellos. Y el castigo no se limitará a ti, sino que probablemente las autoridades norcoreanas detengan y castiguen también a tus familiares, incluso aunque no sean cristianos.
En Corea del Norte no hay vida de iglesia. Es imposible reunirse para adorar u orar. Hacerlo incluso de forma clandestina entraña un gran riesgo: los espías oficiales, o tus vecinos o profesores, podrían delatarte al menor indicio de que eres cristiano.
Reconocer a cualquier deidad que no sea la familia Kim se considera una amenaza para el liderazgo del país. En diciembre de 2020 se promulgaron las «leyes contra el pensamiento reaccionario», que dejaron aún más claro que ser cristiano o poseer una Biblia es un delito grave que será severamente castigado.
Aunque en la capital, Pyongyang, hay un puñado de iglesias para los visitantes, solo se permite con fines propagandísticos, no como indicio de libertad religiosa en el país.
Ni siquiera los ciudadanos norcoreanos que han huido del país están a salvo: los refugiados en otros países, especialmente en China, corren el riesgo de ser detenidos y devueltos para ser sometidos a penas atroces. Los espías chinos colaboran con las autoridades norcoreanas para devolver a los refugiados, incluidos los cristianos. Si se descubre que un norcoreano se ha convertido al cristianismo, o solamente ha escuchado el evangelio o ha entrado en contacto con cristianos, es señalado para ser castigado severamente.
A principios de 2024, el Gobierno anunció normas más estrictas y medidas represivas, lo que aumentó el terror entre los norcoreanos. Según informes oficiales, las autoridades ejecutaron públicamente a unos 30 estudiantes de secundaria por ver un drama coreano en un pendrive o USB. Y por motivos similares, en junio y julio de 2024, varios adolescentes (de 17 años) fueron condenados a cadena perpetua o a muerte.
Un funcionario del Gobierno norcoreano reveló que varios residentes fueron condenados a trabajos forzosos por haber recogido botellas de plástico con arroz enviadas desde Corea del Sur. Mientras el presidente Kim Jong Un y su familia llevan una vida de lujos, la situación de la mayoría de los norcoreanos empeora: sufren hambre y una necesidad desesperada.
«Todavía hay una gran Iglesia clandestina. Gracias a tu oración, muchas personas se curan milagrosamente y experimentan el poder de Dios. Llegan a la fe. La semilla del Evangelio nunca muere»
Jung Jik (nombre ficticio)
Todos los cristianos de Corea del Norte son vulnerables a la persecución extrema por parte del régimen totalitario del país. Durante varios años, la región fronteriza con China se consideró un punto especialmente conflictivo, debido al constante flujo de desertores; pero las últimas medidas establecidas para fortificar la frontera han dificultado aún más huir del país.
Las mujeres cristianas recluidas en los bárbaros campos de trabajo del país son muy vulnerables a la violencia sexual durante los interrogatorios y en su vida cotidiana en prisión. Estos delitos son cometidos por los guardias para socavar los preceptos cristianos de pureza sexual.
El 80 % de los desertores norcoreanos son mujeres, y muchas de las que desertan a China son víctimas de trata de mujeres para matrimonios forzosos. La política china de repatriación hace que estas mujeres indocumentadas puedan ser capturadas y devueltas a Corea del Norte. Las repatriadas a veces están embarazadas y, a su regreso, se les practica un aborto forzoso, para evitar que el linaje de sangre norcoreano sea «profanado».
La sociedad patriarcal de Corea del Norte hace que la vigilancia y el control estatal se centren especialmente en los hombres. Todos ellos pertenecen a centros de trabajo asignados por el Gobierno, lo cual hace que huir del país sea más difícil para los hombres que para las mujeres.
El testimonio de un ex soldado norcoreano reveló que la culpabilidad por asociación se aplica principalmente al linaje patriarcal. Esto implica que los hijos varones de los cristianos son castigados más severamente que las esposas y las hijas.
Los hombres cristianos encarcelados en campos de trabajo también sufren malos tratos y abusos físicos.
El servicio militar obligatorio es de diez años. En el inicio, que empieza a los 17 para los hombres, se investiga si un individuo tiene algún vínculo con el cristianismo en su árbol genealógico. Si se descubre alguna conexión de ese tipo, se le deniega el servicio militar elegido y la afiliación al Partido, y se le relega a los puestos más bajos en universidades y centros de trabajo.
Joo Min (nombre ficticio), es un creyente en Corea del Norte.
«Conozco los riesgos. Si me capturan podría acabar en un campo de trabajo, pagando un precio muy alto por ser cristiana ahora»
Joo Min
A través de redes secretas fuera del país, los trabajadores de Puertas Abiertas están ayudando a unos 100 000 creyentes norcoreanos suministrándoles alimentos vitales y ayuda, alojamiento y capacitación para el discipulado de refugiados norcoreanos en casas seguras de China, y formación a través de emisiones de radio desde el extranjero.
Padre Dios, gracias por la valentía de nuestra familia perseguida en Corea del Norte.
Sé su fuerza y provee para todas sus necesidades. Ayúdales a ser generosos y a compartir lo que tienen con los demás.
Oramos por Kim Jong-un y su Régimen. Por favor, abre sus ojos para que vean a Jesús y conozcan Su amor.
Que Tu luz brille y Tu paz se sienta dondequiera que haya cristianos en Corea del Norte, especialmente en los campos de trabajo.
Da fuerza a los colaboradores de Puertas Abiertas que sirven a los creyentes norcoreanos.
Amén.