Alertas de Oración 08 junio 2021

Violencia y hostilidad: los cristianos de Myanmar necesitan nuestras oraciones

Abrumada por el reciente golpe de estado, la iglesia de Myanmar pide a la Iglesia en el mundo que se unan en oración para que Dios obre en medio de la ocupación militar que está experimentando la nación.

 

 


El golpe militar trajo consigo dolorosos recuerdos de las medidas extremas impuestas a los cristianos bajo este régimen, existe la preocupación de que dicho acontecimiento empeore la persecución en contra de los cristianos.

«No pude dormir y clamé a Dios más de tres veces esa noche. Nuestros sueños, esperanzas, la visión de libertad nos han sido arrebatados. Nuestra vida ha estado llena de dolor, miedo y problemas bajo el régimen militar, la gente sufre a causa de la guerra. Las oportunidades de trabajo son escasas, y estamos deprimidos por el golpe militar porque esperábamos un cese de fuego

Durante el golpe, la líder de Myanmar, Aung San Suu Kyi, junto con 22 miembros de la Liga Nacional de la Democracia, fueron detenidos por militares para evitar que sigan conservando el poder en el país.

Se declaró un estado de emergencia durante un año para preservar la estabilidad del mismo.

Los acontecimientos recientes, han agravado la vulnerabilidad de los cristianos en aquel país, ya que existe una profunda preocupación de que los militares renueven su poder aumentando la persecución hacia el pueblo cristiano como anteriormente ha sucedido bajo este régimen.


«Esto puede tener serias implicaciones para la iglesia»

Los militares ya han instalado a antiguos generales y miembros del partido en 11 puntos clave de su nuevo gobierno, controlando los departamentos de finanzas, culturales y religiosos.

«Es como un año nuevo para el gobierno militar. El gobierno central y oficiales de alto rango han sido cambiados y es muy triste; el calendario de vacunación Covid tampoco pudo aplicarse como estaba previsto debido al golpe», afirmó el hermano Daniel, habitante de Yangon, la ciudad más grande del país.

El hermano Lwin, colaborador local de Puertas Abiertas, destaca lo que esta situación significa para la iglesia: «El gobierno militar podría reforzar la posición de la religión dominante. En el pasado, ha sido protector de la cultura y tradición budista, esto podría traer serias implicaciones para la iglesia. Estamos seguros que las restricciones a la iglesia cristiana aumentarán, sin embargo, no sabemos el alcance y la forma que van a adoptar

Se describe al retorno militar como posiblemente más poderoso que antes del amanecer de la democracia en 2011: «La incapacidad de los militares de para aceptar la derrota en las urnas fue la chispa que se necesitaba para que volvieran a arder por el poder. Una vez que ellos tengan el control total del país, puede haber un apagón informativo total. Inmediatamente se cortarian las líneas telefónicas y el internet. Además, la situación económica es muy inestable y volátil en estos momentos. No se sabe cuánto durará la crisis


Apoyo económico y práctico para la iglesia amenazada

En respuesta al golpe de estado, los habitantes de Myanmar se apresuran a acudir a los bancos y a abastecerse de productos básicos. El hermano Lwin no esta seguro de cuanto tiempo será posible hacer esto:

«Los militares tienen un historial de devaluación de la moneda local, si esto ocurre hará que la economía del país caiga en picado. La iglesia se vería afectada ya que el apoyo financiero procedente del extranjero será imposible con el cierre de los bancos», añadió el hermano.

Los viajes también se han visto afectados, amenazando las labores de los misioneros locales:

«Debido a la pandemia, los residentes de Yangon tenemos prohibido viajar fuera de la ciudad. A esta situación se le añade que se han colocado controles y puestos militares en la carretera. Se volverá a imponer una fuerte vigilancia, lo que restringirá el movimiento de nuestros colaboradores y afectará al ministerio en áreas necesitadas

Puertas Abiertas y colaboradores fortalecen a los creyentes perseguidos a través de iniciativas como la distribución de literatura, apoyos a medios de subsistencia y la formación de niños y jóvenes.

La iglesia, de rodillas

Algunas líneas de comunicación se han abierto, permitiendo a los colaboradores informar sobre las dificultades que atraviesa el país al ministerio de Puertas Abiertas.  Hay miedo, tristeza y confusión pero también un aumento en la oración.

«El ejército está estacionado en nuestra zona y estamos muy tristes, estamos orando tranquilos pero asustados al mismo tiempo», expresó un pastor de una iglesia local.

Por su parte, el hermano Daniel afirma que aunque hay tranquilidad, también hay pánico, por lo que los creyentes están atravesando un momento de confusión.

«Los pastores están exhortando a los hermanos para que desde sus hogares intercedan por el país. Incluso, en zonas más restringidas los miembros de las iglesias se han reunido a orar en unidad. Aunque la mayoría de los contactos en todo Myanmar siguen estando fuera de alcance, confiamos en que el Espíritu Santo dará sabiduría a nuestros líderes para afrontar momentos como este», dijo Daisy, una colaboradora local.

Aung Tun, un creyente del estado de Chin, mayoritariamente cristiano, comparte que tras el golpe de estado más oficiales han estado vigilando su ciudad. Históricamente, los creyentes de dicho estado han sufrido abusos de los derechos humanos por parte de los militantes budistas de Myanmar y actualmente reciben amenazas constantes por parte del régimen:

«Todavía no ha pasado nada grave, pero la iglesia se encuentra orando por la situación» compartió.


La agitación política aleja aún más a los cristianos desplazados

Daisy expresó también su preocupación por las más de 4 mil personas desplazadas en el estado de Karen. Afirmó que la agitación política los aleja aún más de la ayuda.

«Entre los desplazados se encuentran más de 500 creyentes, incluidos misioneros, atrapados en Kyaukkyi, en la región de Bago» explica. «Los creyentes atrapados no pueden avanzar ni volver a sus hogares. Necesitan alimentos, medicina y ropa, pero el acceso a ellos es muy difícil

Otro socio local, Min Naing, expresó su preocupación por los cristianos que viven en zonas de conflicto:

«Han perdido sus trabajos a causa de la pandemia. Ellos tenían la esperanza de un cese al fuego entre los militares y los grupos insurgentes, pero el futuro es incierto, y ahora estamos en una situación aún más deprimente.»

*Los nombres de los colaboradores han sido cambiados por seguridad.