Samida vive en un contexto en el cual se espera que las mujeres estén casadas y con hijos, preferentemente hijos varones. No haberlo hecho antes de los 21 años es extremadamente inusual en su entorno, y con mayor razón a su edad, 26 años.
Además, la fe cristiana de Samida la pone en una difícil posición respecto a su padres, para quienes supone una afrenta. Por ello, la maltratan, la insultan y la tratan como a una esclava.