Francisco siembra y cosecha café, plátanos y yuca, pero su trabajo en el seno de su comunidad va mucho más allá. Forma parte del concejo cristiano de la región y sirve en su iglesia local como músico y tesorero.
Esto, sin embargo, ha provocado conflictos con algunas personas que siguen las tradiciones indígenas de su región. Francisco y su familia recibieron amenazas y abusos por seguir a Cristo, por lo que dos de sus tres hijos, Valentina y Elver, tuvieron que abandonar su casa para poder acceder a dos de sus derechos fundamentales: el derecho a la educación, pero, sobre todo, el derecho a la libertad religiosa.
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