Al igual que otros sacerdotes y pastores, Tony se mantuvo fiel a su llamado en tiempos de guerra y persecución: se quedaron y animaron a los miembros de su iglesia a quedarse también. Incluso tras haber sido secuestrado por extremistas durante cinco semanas, el sacerdote continuó con su importante labor. Continuó su trabajo en un país en el que ya había pasado diez años de guerra administrando su iglesia y tratando de satisfacer las necesidades de la gente. ¡Escucha su historia!