Dhea fue violada, quedó embarazada y fue encarcelada por tener un hijo fuera del matrimonio. En su oscuridad más profunda, la luz de Cristo la alumbró; en un sueño, Jesús se le acercó y le dijo: «Nunca te dejaré».
Desde entonces, el caminar de Dhea ha estado marcado por las Buenas Nuevas del Evangelio. Sin duda, lo que parecía el final para ella fue el inicio de una nueva vida, la vida abundante que solo Dios puede dar.