«La guerra nos obligó a venir aquí», dice Alia*, madre de dos niños, que huyó con su familia a un campamento para desplazados internos en el sur de Sudán. «Llegamos el 22 de abril de 2023 y, hasta ahora, estamos sufriendo por esta guerra. Hemos perdido a algunos de nuestros hijos y nuestras casas. Nos falta de todo porque lo perdimos todo en Jartum».
Alia es una de los millones de sudaneses desplazados desde el inicio de la guerra civil que comenzó en 2023. La crisis tiene su origen en una lucha de poder entre el Ejército Nacional y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF); desde entonces, más de 9000 personas han muerto y casi seis millones han sido desplazadas. Esta situación ya ha sido calificada como la mayor crisis de desplazados del mundo.
«Mientras hablamos ahora, tenemos mucha hambre», reconoce Alia. «Necesitamos comida. Todos estos niños tienen hambre. Es el hambre lo que les ha traído aquí». La situación es desesperante, y con cualquier extranjero que venga a visitar el campamento, existe la esperanza de que llegue más comida.
«Desde que se estableció este campamento, nunca ha habido comida suficiente», explica Alia. «Traen poco y la gente no queda satisfecha en absoluto. Como estamos pasándolo tan mal, oramos para que Dios traiga su bondad y también os mueva a ayudarnos.»
La desesperación es tal que robar en las granjas locales se convierte en una tentación. «A veces la comida de las granjas de por aquí nos tienta, pero si el granjero te pillara, sería un gran problema», admite Alia.
Estar atrapado entre los gritos hambrientos de tus hijos y las posibles palizas si te pillan robando es una pesadilla para cualquier padre. Aún más difícil es si, como Alia, eres creyente y esperas y confías en que Dios se las arreglará para que puedas alimentar a tus hijos sin tener que robar.
Como en muchos campos para desplazados que los equipos de Puertas Abiertas han visitado en el último año, las enfermedades están muy extendidas. «Hay muchas enfermedades, caemos enfermos, necesitamos medicinas para curarnos y curar a nuestros hijos», dice Alia. «También necesitamos escuelas para nuestros pequeños. Tenemos tantos retos que necesitamos oración para que Dios me escuche y vea mis lágrimas debido a esta situación y a la guerra. Necesitamos agua. También necesitamos que nos ayuden a tener baños en condiciones, para que cada casa tenga un retrete saludable».
Como tantos padres de los campos para desplazados, Alia quiere una vida mejor para sus hijos. Quiere que vayan a la escuela, que vivan en paz y que adoren libremente a Dios. «La próxima generación no debería ser igual que la actual. Debe haber cambios positivos. Hay que enseñar a estos niños a ser buenos ciudadanos. La escuela les inculcará educación y disciplina, lo que les ayudará en el futuro. Serán organizados en sus vidas».
«Sabemos que los retos son grandes. Pero lo hemos puesto todo en manos de Dios, el creador del cielo y de la tierra. Tenemos la esperanza de que traiga bendiciones. También oramos por vosotros, para que Dios os utilice para ayudarnos, porque estamos derrotados y con el corazón roto»
Alia, cristiana sudanesa ayudada por Puertas Abiertas
A pesar de las dificultades y el sufrimiento, Alia sigue poniendo su esperanza en Dios. «Sin paciencia, uno no aguantaría, pero damos gracias a Dios por seguir vivos», dice. «Estamos aguantando, y hemos puesto a Dios en primer lugar para que nos ayude. No nos hemos olvidado de Dios porque está con nosotros siempre, día y noche».
«No hemos dejado de pedir y orar a Dios», continúa. «Y sabemos que los retos son grandes. No tengo mucho, pero no podría haber hecho nada sin Dios. Sin Él, no haremos nada. Lo hemos puesto todo en manos de Dios, el creador del cielo y de la tierra. Tenemos la esperanza de que traiga bendiciones. También oramos por vosotros, para que Dios os utilice para ayudarnos, porque estamos derrotados y con el corazón roto».
Llevar ayuda a los que han huido de la guerra ha sido casi imposible. En muchas partes de Sudán, la intensidad de la guerra, la inseguridad general y las restricciones impuestas a las agencias humanitarias han impedido la entrega de ayuda de emergencia.
Pero servimos a un Dios con el que todo es posible. A principios de este año, gracias a tu apoyo, Puertas Abiertas pudo entregar ayuda humanitaria a 3000 familias compuestas por 20 640 creyentes, entre ellos Alia y su familia. Cada familia recibió 5 kg de sorgo, 1 kg de sal, dos pastillas de jabón, dos litros de aceite de cocina y una pequeña ayuda económica.
Para Alia, la oración también es vital. «Sigo clamando en nombre de mis hermanos. Oramos para que Dios nos traiga la paz. Que Dios traiga la paz y consuele a los que perdieron a sus seres queridos».
Cuando los colaboradores de Puertas Abiertas hablaron con Alia, el campamento donde ella y su familia se alojan albergaba a 20 000 desplazados internos registrados. Pero esta situación desbordante no se limita sólo a Sudán. En toda África Subsahariana, se está produciendo una crisis de desplazados, con más de 16,2 millones de cristianos desplazados por la violencia y los conflictos.
A través de la campaña Levántate África puedes unirte a Alia y a tu familia de la Iglesia africana para ayudar a detener la violencia e impulsar la regeneración de países como Sudán (puesto 8 en la Lista Mundial de la Persecución 2024).
Señor, gracias por acompañar a tus miles de hijos sudaneses en medio de esta guerra civil. Gracias por abrir camino para que llegue la ayuda a familias como la de Alia. Te pido por esta creyente, por sus hijos y por todos los cristianos que están desplazados y luchando por sobrevivir. Refuerza su fe con tu paz que sobrepasa todo entendimiento y toda situación, y hazles ser una luz en los campamentos para desplazados. Por favor, padre, acaba con este conflicto y trae la paz a Sudán. En el nombre de Jesús, amén.