Pritom no es como los demás niños de 12 años en Bangladés.
En vez de jugar en la calle o ir a casa de sus amigos, este pequeño pasa la mayor parte del tiempo en casa, viendo la tele.
Solo.
Ninguno de los niños de su barrio quiere jugar con él. La razón es que Pritom es cristiano.
Sus padres practicaban el hinduismo, pero aceptaron a Jesús en sus vidas mucho antes de que él naciera.
Tras su conversión, se trasladaron a una zona de mayoría musulmana en el suroeste del país, donde viven actualmente.
«Se enfadaron mucho, me pegaron y me dijeron: Tú eres cristiano. No eres de los nuestros. Te odiamos. No queremos jugar contigo»
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La familia de Pritom ha pasado por muchas pruebas, sufriendo persecución por ser cristianos en este país que ocupa el puesto 26 en la Lista Mundial de la Persecución 2024.
Pero, aunque llevan años viviendo en su pueblo, la persecución no ha hecho más que empeorar.
Por ello, cada día, Pritom recuerda lo mucho que la gente odia a los cristianos.
«Vivimos en un lugar rodeado de musulmanes [radicales]», afirma Pritom. «Odian a los cristianos. No quieren seguidores de Jesús en su comunidad. Voy a la escuela y vuelvo a casa solo. Nadie quiere acompañarme, ni siquiera jugar conmigo. Un día les pregunté por qué no me dejaban jugar con ellos. Se enfadaron mucho, me pegaron y me dijeron: Tú eres cristiano. No eres de los nuestros. Te odiamos. No queremos jugar contigo».
Pritom ya se enteró de todo lo que tuvieron que pasar sus padres cuando llegaron a este pueblo, así que sabe que la gente lleva mucho tiempo tratando mal a su familia. Y también sabe que no puede esperar nada mejor.
«Muchas veces, los aldeanos musulmanes intentan echarnos de aquí», denuncia Mary, la madre de Pritom. «Nos impidieron construir nuestra casa a la fuerza. No nos permitieron construirla. Nos amenazaron diciendo: 'No permitiremos cristianos aquí'. Se burlaban de nosotros, nos insultaban e intimidaban, pero nunca les respondíamos. Cuando no estábamos en casa, mataban nuestras gallinas y las dejaban frente a nuestra puerta. Han roto las alas de nuestros patos y los han escondido entre los arbustos. Nuestros animales no sobreviven. Finalmente, nos vimos obligados a dejar de criarlos. Rompieron por la fuerza el cerco de nuestra propiedad y suelen tirar desperdicios y basura a nuestro terreno».
«Oro a Jesús para que cambie sus corazones y no nos hagan daño. Oro para que me acepten como amigo»
Mary, su marido y su hijo Pritom no han tenido a nadie que les ayude. Sufrieron en silencio por miedo a recibir aún más persecución si se oponían o se quejaban a las autoridades.
No podían protegerse. Estaban solos, y así se sentía Pritom.
Este pequeño cristiano bangladesí ha visto a sus padres luchar solos, como él. También sufre discriminación y acoso en la escuela, pero como su familia es cristiana, ni siquiera los profesores intervienen para ayudarle.
Él no puede cambiar a sus perseguidores, pero sabe quién puede hacerlo.
«Oro a Jesús para que cambie sus corazones y no nos hagan daño. Oro para que me acepten como amigo», dice Pritom.
Entre tanta persecución y sufrimiento, Pritom no ha perdido la esperanza. Su madre es un modelo para él. Cree que un día, las personas que les persiguen llegarán a conocer al Señor.
Con el apoyo de los colaboradores locales de Puertas Abiertas y gracias a ti, Mary puso en marcha una clase de alfabetización para adultos en su pueblo. Gracias a ella, las mujeres, que nunca han recibido educación formal han tenido la oportunidad de aprender a leer y escribir.
Muchas de ellas han llegado a la fe en Dios gracias a esto, y actualmente está la madre de Pritom está discipulando a 15 de ellas a través de una formación impartida por Puertas Abiertas.
A pesar de sus circunstancias, Pritom se está esforzando mucho en la escuela para cumplir su sueño de convertirse en ingeniero. ¿Nos ayudas a hacer realidad su sueño en libertad y demostrarle que no está solo?
*Nombres ficticios e imágenes representativas utilizados por motivos de seguridad.