El respetuoso trato de Jesús a las mujeres debería recibir mucha más atención en el Día Internacional de la Mujer (8 de marzo). Es inaceptable que en muchos países de la Lista Mundial de la Persecución se considere a las mujeres inferiores o inútiles y estén totalmente desprotegidas si su elección religiosa difiere de la de su entorno.
Sara, una joven iraquí, estuvo encerrada en su habitación sin comer durante diez días. Su padre musulmán estaba furioso con ella porque había elegido la fe cristiana. «Hubiera preferido que te escaparas en secreto con un chico», increpó a su hija. Ella estudiaba medicina en Bagdad, pero se sintió completamente anulada tras el rechazo radical de su padre.
Por ello, tuvo que huir de su propia casa y encontró seguridad en una comunidad cristiana de otro lugar. Como mujer soltera y conversa, corría un doble riesgo; sin embargo, no renunció a su fe recién adquirida. Al contrario, descubrió lo preciosas y valiosas que son las mujeres a los ojos de Dios.
La experiencia de Sara no es, por desgracia, un caso aislado. Esta es la realidad diaria de millones de mujeres, según el Informe de Persecución por Razón de Sexo (PRRS) recientemente publicado un año más por Puertas Abiertas. El año pasado, la investigación señalaba que las mujeres cristianas están expuestas a «un entramado de fuerzas» que presiona sus vidas. Un año después, esta persecución y opresión han aumentado, según el Informe de 2024 ya disponible en nuestra web.
Es demasiado simplista sentenciar que los problemas de las mujeres son principalmente «de Oriente Medio». Sus diversas historias reflejan sus culturas, tradiciones y expresiones de fe diferentes de las nuestras. Pero los retos a los que se enfrentan estas mujeres cuando se comprometen a seguir a Jesús son similares en muchos países, y por ello no deben ser ocultados ni silenciados. Porque las dificultades son a menudo apabullantes: rechazo de la familia, matrimonio contra su voluntad, exclusión de la educación, violencia doméstica, pérdida de estatus social o de derechos de herencia...
Puertas Abiertas acude en ayuda de las mujeres cristianas más vulnerables y excluidas mediante una red mundial de iglesias a través de ayuda práctica, apoyo jurídico, educación, defensa de sus derechos o propugnación y, por último, pero no menos importante, con oración. El objetivo es ayudar a las mujeres perseguidas a saber que ellas importan, a ver su valor y animarlas a desarrollar los talentos y el potencial que Dios les ha dado.
La visión que Jesús tenía de la mujer era respetuosa y revolucionaria al mismo tiempo. A sus ojos, la mujer no era inferior al hombre, sino igual. A diferencia de muchos otros maestros de la época, se relacionaba con ellas, les hablaba y les enseñaba; no las evitaba, aunque la clase dirigente despreciaba a las prostitutas y a las mujeres sin hijos. Incluso hizo de algunas de ellas las primeras mensajeras de sus buenas noticias de la resurrección, a pesar de que en aquella época el testimonio de una mujer carecía de valor.
La necesidad de reconocer los retos específicos que experimentan las mujeres en el contexto de la persecución religiosa es de gran importancia
En muchos lugares del mundo, las historias de las mujeres siguen sin ser contadas. En Irán, un régimen opresivo las obliga a llevar velo bajo pena de multas o cosas peores. En Bangladesh, los abusos sexuales son la forma más común de castigo para las conversas. En Camerún, la violencia doméstica es una forma eficaz de aleccionar a las mujeres y niñas que eligen el cristianismo. No existe un sistema legal que las proteja y las normas culturales las convierten en personas marginadas y sin poder.
Las cosas no son mejores en las sociedades occidentales. En Canadá, una mujer es agredida cada seis minutos de media. El movimiento #MeToo puso de manifiesto la dureza y la hipocresía con que la civilización moderna también desprecia a las mujeres.
El lema del Día de la Mujer impulsado por Naciones Unidas es «Un mundo, mil mujeres»*. Diversidad, emancipación e independencia económica son las banderas que cubren los derechos de la mujer. Pero lo que ellas creen y quieren poner en práctica es igual de importante, a pesar de que no se reivindique tanto. La atención al valor de las mujeres como hijas de Dios que buscan (re)encontrar su identidad en Cristo se echa dolorosamente de menos en esta celebración del Día de la Mujer.
El Informe de PRRS de Puertas Abiertas destaca el valioso papel de las mujeres y niñas creyentes. No son inútiles ni marginales, sino valiosas y dignas de protección. Afortunadamente, existen leyes y tratados que protegen sus derechos, como la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) y la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (1981).
Al mismo tiempo, aún queda mucho por hacer para fortalecer la posición de las mujeres en tantas sociedades y culturas. La necesidad de reconocer los retos específicos que experimentan las mujeres en el contexto de la persecución religiosa es de gran importancia. Eso empieza a menudo por la concienciación: que se hable de ellas y que se diga en el Día Internacional de la Mujer que la libertad de religión es un derecho de las mujeres.
Señor, te doy gracias por la fe tan valiente de cada mujer en estos países donde se encuentran tan inseguras por ser mujer y por ser cristianas. Te pido que puedan desarrollarse en todos los sentidos a la vez que crecen en su relación contigo. Por favor, levanta voces alrededor del mundo que denuncien esta persecución, y dispón a las personas u organismos necesarios para traer las mejores soluciones para todas ellas. Hazles saber el valor que tienen en ti, y levanta más oraciones y apoyos para que sepan que no están solas. Cubre todas sus necesidades y sigue usándolas con otras mujeres necesitadas. Amén.