Desta Alemu* sabe lo que es ser odiada y rechazada por su fe en Jesús.
Después de todo lo que ha sufrido en Etiopía (puesto 32 en la Lista Mundial de la Persecución 2024), conserva las cenizas de su casa y de su negocio quemados para demostrarlo: «Fue muy difícil dejar nuestra casa», recuerda. «Ni siquiera pudimos encontrar una buena forma de salir; nos escondimos en la casa de un vecino un poco más abajo. No puedo explicar el dolor y la preocupación que sentí en medio del caos. Todas las cosas que teníamos quedaron destruidas, lo perdimos todo...».
Desta y su familia fueron víctimas de la violencia religiosa en su comunidad de Qibet, en el centro de Etiopía. El pasado mes de septiembre, las tensiones entre las comunidades cristianas y musulmanas de la localidad estallaron violentamente. Según los líderes de la iglesia local y los contactos de Puertas Abiertas del lugar, todo comenzó después de que el pueblo se enterara de que algunos estudiantes musulmanes estaban teniendo dificultades en la zona y algunos creían que habían sido causadas por un cristiano. Los extremistas musulmanes decidieron tomar cartas en el asunto y desataron la violencia hacia los cristianos ortodoxos y evangélicos.
Durante el conflicto, se incendiaron más de veinte viviendas de estos creyentes, se destrozaron por completo cinco negocios de propiedad cristiana y agredieron físicamente a seis creyentes que recibieron atención médica en el hospital. Se llamó al ejército para que ayudara; pero, después de que abatieran a dos extremistas identificados como principales instigadores de los actos de violencia, la ira de los extremistas islámicos continuó y provocaron más ataques contra los cristianos de Qibet.
Ante estas amenazas y la creciente inseguridad, más de noventa cristianos huyeron. Buscaron refugio en una ciudad cercana y fueron alojados en una iglesia local. Desta y su familia estaban entre los que huyeron.
Gracias a tus oraciones y apoyos, los colaboradores locales de Puertas Abiertas proporcionaron a estos noventa creyentes ayuda de emergencia, que incluía alimentos, utensilios básicos de cocina y jabón. Desta es viuda y madre de cuatro hijos adultos. Se hizo cristiana tras la muerte de su marido hace unos quince años.
Tras dos meses de paz, el gobierno local anunció que los cristianos que habían huido podían regresar a sus hogares, pero ella no estaba segura de volver a un lugar tan destruido. «Yo les aconsejé que no debíamos volver, pero mis hijos se opusieron, así que volvimos», recuerda. «Cuando llegamos, la situación era muy difícil, nadie nos hablaba; ni siquiera nos saludaban».
El peligro todavía no había terminado: la frágil paz en Qibet no duró mucho. «Quince días después de nuestro regreso, corrió el rumor de que volverían a producirse atentados», recuerda Desta. «Era viernes y los extremistas musulmanes salieron a rezar. Dijeron que también saldrían para la yihad, y me asusté. Llamé a mi hijo y le dije: 'Nuestras posesiones ya están destruidas; si vienen ahora os matarán, hijos míos, ¡así que vámonos de aquí!’ Pero él dijo: 'Madre, no nos iremos. Que vengan; si nos matan, nos vamos con Dios' y me dijo que tomara una decisión». Afortunadamente, la paz se restableció tras la intervención del gobierno.
«Solía preguntarme cómo iba a perdonar y convivir con mis agresores, pero en la formación, he aprendido sobre la humildad, y cómo Jesús también fue perseguido»
Debido a su ansiedad y dolor continuos, Desta fue una de las veinte personas invitadas a recibir ayuda psicológica por parte de Puertas Abiertas en febrero. Tenía el corazón encogido, le preocupaba cómo iba a seguir viviendo con las personas que la habían agredido, las mismas personas que podrían volver a hacerlo. No sabía cómo perdonar y superar lo sucedido. Pero después de recibir la ayuda psicológica, Desta asegura que ha aprendido a perdonar y a encontrar esperanza al saber que Jesús también pasó por la tristeza.
«Gracias a que vine a la sesión de ayuda psicológica, han cambiado en mí innumerables cosas. Una de las formaciones era sobre perdonar y no hacer mal a otras personas. Yo solía preguntarme cómo iba a perdonar y convivir con mis agresores, pero en la formación, he aprendido sobre la humildad, y cómo Jesús también fue perseguido. He aprendido que el cristianismo ha sido odiado y que Jesús fue perseguido. Jesús también fue odiado y desterrado. Por lo tanto, lo que he aprendido es a acercarme a ellos, teniendo amistad con estas personas y hablándoles del Evangelio a través de mis acciones hacia ellos».
Afortunadamente, la atención psicológica ha ayudado a Desta a superar sus miedos y a vivir para Jesús a pesar de sus tan difíciles circunstancias cotidianas. «Seguimos vivos. Aunque no tenemos trabajo, tenemos comida y agua, y seguimos en pie; de hecho, siento que Dios me ha dado un tiempo de descanso».
La violencia sufrida por Desta y su comunidad es sólo un ejemplo de los horrores a los que se enfrenta el pueblo de Dios en África Subsahariana. Para ayudar a detener la violencia y comenzar la curación de los africanos cristianos, Puertas Abiertas inició hace poco la campaña Levántate África, un esfuerzo plurianual de oración y acompañamiento con creyentes africanos para recordarles que no están solos ni olvidados.
Una parte clave de este esfuerzo es ayudarles a ver que, como seguidores de Jesús, el amor de Dios echa fuera todo temor. Ese tipo de paz sólo puede venir de Dios, y gracias a los colaboradores de Puertas Abiertas, Desta puede ver la perfecta esperanza y alegría de Dios en medio de su miedo.
«En medio de todo esto, duermo en paz porque Dios sabe cómo voy a vivir», afirma. «No conocemos nuestro mañana; sólo conocemos nuestro hoy. Dios sí que conoce lo que vendrá, así que nos dejará vivir como él quiera. ¡Gloria a Dios! Dios quería hacernos crecer. Eso es lo que digo cuando pienso en esta situación. Dios quería fortalecer mi fe, porque él sabe de dónde me ha rescatado». Aunque Desta se ha liberado del odio y la preocupación, la realidad es que sigue viviendo aislada y perseguida. ¿Te unes a acompañar a cristianos africanos perseguidos como ella?
*Nombre cambiado por motivos de seguridad.
Señor, gracias por tocar el corazón de Desta y enseñarle el poder de tu perdón y tu amor. Te pido que hagas lo mismo con los extremistas musulmanes de Qibet y todos sus vecinos. Protege a esta familia y a todos los creyentes locales, y detén estos ataques. Utiliza la campaña Levántate África para hacerles llegar oraciones y apoyos a estos cristianos perseguidos, para que sepan que sus hermanos de la Iglesia global están con ellos. En el nombre de Jesús, amén.