En el sur de la India, un centro de costura ayuda a las mujeres cristianas que sufren persecución a salir adelante. A nuestros colaboradores locales en la región les apasiona fortalecer a las mujeres de la comunidad con esta iniciativa. Muchas de las mujeres que asisten son cristianas clandestinas.
«El centro tuvo que cerrar durante varios meses por el COVID-19, pero finalmente pudimos volver a abrir. Ahora tenemos unas diez mujeres que vienen regularmente», indica David, colaborador local que dirige y coordina el centro.
« Tenía una gran carga en mi corazón por las mujeres de mi comunidad. La mayoría eran analfabetas y no tenían opción de conseguir un trabajo decente. Aquí les proveemos una formación detallada en costura. Cuando completan el
curso, la mayoría de ellas pueden trabajar como costureras a tiempo completo».
«El año pasado conocí a Shweta. Era de una iglesia de una localidad cercana. También trajo a varias mujeres de su comunidad que querían aprender a coser».
«Pertenecía a una familia cristiana, pero me casé con una persona que provenía de una estricta familia hindú. Cada día, me humillaban por mi fe».
Shweta es una mujer hermosa, de ojos expresivos, que sufrió la persecución en sus propias carnes. Su resiliencia y fe en Jesús le permitieron sobreponerse a las dificultades y convertirse en una de las líderes de su iglesia. Con las técnicas para coser que ha aprendido, ahora se siente mucho más capacitada para ganarse la vida dignamente.
«Pertenecía a una familia cristiana, pero me casé con una persona que provenía de una estricta familia hindú. Cada día, me humillaban por mi fe. Mi suegra me regañaba por cosas insignificantes, y abusaba de mí. Cada día, los abusos eran cada vez
mayores».
«Un día empecé a tener fiebre. Mi suegra se dio cuenta de que estaba enferma y decía que era por causa de mi fe. Decía que iba a llamar a un brujo para librarme de este mal augurio. Me obligaron a sentarme en mi habitación y, cuando la ceremonia
terminó, mi suegra y otras mujeres empezaron a abofetearme y golpearme sin motivo».
Mientras se seca una lágrima, Shweta continúa: «Aquello fue realmente traumático. Por los golpes, quedé inconsciente. Me desperté horas más tarde en un hospital».
La madre de Shweta llegó para rescatarla. Alguien la llamó anónimamente y le informó del terrible incidente. «Cuando mi madre llegó, estaba inconsciente y mi frente sangraba abundantemente».
Shweta tardó varios meses en recuperarse completamente, tanto física como mentalmente. «Tenía dolores de cabeza constantes y actuaba de forma imprevisible. Me llevó más de un año poder pensar con claridad».
«Cuando por fin estaba mejor, mi marido quiso llevarme. Esta vez me prometió que me protegería. Le rechacé dos veces pero, a la tercera, sentí que debía aceptar. También sufrí cierta presión social para volver. En mi interior tenía miedo pero, esta vez, mi fe en Dios había sido restablecida».
Shweta continúa compartiendo: «Me alegro mucho por haber tenido la oportunidad de formarme en el centro de costura. Casi he terminado el curso y ya sé coser. He empezado incluso a recibir pedidos y esto me ayuda a ganar dinero para mi familia».
Al igual que Shweta, muchas mujeres han recibido formación y han aprendido a coser. Con estos conocimientos, ahora tienen la oportunidad de ganarse dignamente la vida en un contexto hostil a su fe.
David comparte con felicidad: «Nunca imaginé que una iniciativa tan pequeña podría cambiar tantas vidas. Solo quería hacer algo por estas mujeres. Me alegra mucho saber que esto ha permitido a muchas familias mejorar su situación económica».