ILLIA: Respecto a la crisis de desplazados por todo el África Subsahariana, ¿cuáles son las zonas más preocupantes?
PUERTAS ABIERTAS: Geográficamente, la principal es la región del Sahel. Esta zona está profundamente afectada por la violencia, especialmente la región central donde están países como Níger, Burkina Fasoo Mali.
Solo en Burkina Faso hay más de 2 millones de personas internamente desplazadas. Así que, es el 10% de la población el que está en esa condición.
Y si tenemos en cuenta otras zonas afectadas por la violencia, el conflicto vigente en Sudán ha forzado ya a desplazarse a cerca de 8 millones de personas de todas las religiones, incluidos los cristianos.
Y de la crisis en la República Africana Central no hablamos mucho, pero la violencia –el conflicto activo en la República Democrática del Congo– ha causado más de 7 millones de
personas internamente desplazadas en el país. Eso ha creado un desastre humanitario enorme en la vida diaria de la gente que allí vive.
¿Cuáles suelen ser las raíces que conducen al desplazamiento de cristianos en toda la región?
La raíz principal es la violencia –violencia y conflictos dirigidos o causados por la insurgencia islámica–. Cuando consideramos la geografía de la violencia en la región central del Sahel, las dos grandes familias de grupos islamistas están operativas, Al-Qaeda y grupos afiliados al Estado Islámico. Y alrededor del Lago Chad Basin, el grupo islamista radical Boko Haram también lleva activo desde 2009, habiéndose dividido hace poco en dos grupos, uno de los cuales es ISWAP, afiliado al grupo Estado Islámico.
Y más de lo mismo ocurre en África oriental y en el sur. En el este está Al-Shabah, otro grupo islamista afiliado al Estado Islámico, y en la parte sur del continente, en el norte de Mozambique, hay otro grupo.
Por tanto, la insurgencia islamista es la raíz principal de la violencia y de los desplazamientos masivos, aunque se produce junto a otros conflictos de nivel más bajo u otros grupos armados activos existentes allí, sobre todo en el este de la República
Democrática del Congo, donde solo hay un grupo islamista, pero existen más de 100 grupos armados activos.
¿La causa de la violencia es exclusivamente religiosa?
Hay una buena razón para creer que la mayoría de la violencia tiene una dimensión religiosa, por las actividades de los grupos islamistas radicales. Tienen una ideología claramente islámica. Así que es una insurgencia abiertamente islamista con un plan bien delimitado para establecer un califato, un estado islámico regido por la ley islámica.
Lo que ISIS hizo o trató de hacer en Oriente Medio es lo que están replicando en el África Subsahariana.
Son grupos distintos que tienen en común su ideología islámica: quieren forzar a la gente a convertirse al islam. Por eso atacan a los cristianos, aunque también atacan a los musulmanes moderados por no compartir su radicalidad ideológica islámica.
Por consiguiente, sí, la religión juega un papel crucial en la violencia y persecución de todas las minorías religiosas, cristianas y otras que incluyen a creyentes del islam que no comparten la interpretación radical del Corán.
Y ese es el problema, al que habría que añadir la violencia de tipo político, como la de Sudán, donde los partidos están en guerra. [En Sudán] hay dos generales en lucha, exponiendo a la gente a la violencia y a las minorías cristianas a más violencia, porque no hay protección estatal.
¿Qué evidencia hay de que las actividades de las organizaciones extremistas islámicas están afectando tan desproporcionadamente a las comunidades cristianas?
En el Sahel y otros lugares, las actividades de los grupos islamistas se deben solo a la ideología islámica. Quieren establecer un califato, un Estado islámico. Lo que ISIS trató de hacer e hizo en Oriente Medio, quieren repetirlo en África. Y por su ideología, sus primeros blancos de ataque no son los musulmanes, son los cristianos.
Tienen el deber y la convicción de convertirlos al islam a la fuerza, con violencia. Lo mismo hacen con los musulmanes que no compartan su ideología, forzarlos a que lo hagan. Según su interpretación del Corán, los musulmanes moderados no son buenos musulmanes o no son musulmanes completos.
También atacan escuelas, porque son sinónimas de educación occidental, civilización occidental. Por eso un grupo del norte de Nigeria se llama Boko Haram, una expresión árabe que significa “la educación está prohibida”. Boko significa “educación”, Haram significa “prohibida”.
En los países occidentales, solemos usar este nombre, halal. Halal es lo opuesto de haram. Halal es lo que se permite comer o consumir a los musulmanes. Así que, Boko Haram significa “la educación occidental está prohibida”.
Por eso, cuando atacan, advierten primero. Van a las escuelas y avisan a los profesores de que no enseñen, de que dejen de enseñar francés o inglés, y lo sustituyan por árabe u otras materias de los estudios islámicos. Luego, vienen y comprueban si han obedecido. Y al final asesinan a profesores y queman escuelas por toda la región.
Fíjate en el caso particular de Burkina Faso –solo en ese país, han destruido más de 6.000 escuelas. Más de 1 millón de niños están hoy sin escolarizar. Y esto que ocurre en Burkina Faso es la misma ideología, el mismo modus operandi que usan en Mali, Níger o cualquier otro lugar.
Nigeria suele aparecer en las noticias. ¿Puedes ayudarnos a entender qué es lo que más preocupa a la iglesia en Nigeria?
Nigeria aparece en las noticias por la seguridad, que ha llegado a ser la preocupación nacional mayor para todos los nigerianos, sin importar de qué religión son. La ausencia de seguridad es un gran problema, la falta de protección.
Los niños están expuestos a la violencia y a los ataques cuando van de camino a la escuela. Son secuestrados cuando van a la iglesia el domingo. O asesinados durante el culto dominical. Por eso, en algunas zonas de Nigeria, ir a la iglesia es como viajar con un billete solo de ida. No hay certeza ni garantía de regreso –pero, aun así, la gente sigue yendo–.
La gente está señalada, son atacados por ser cristianos. Los fichan pandillas o gente armada por razones varias. Por eso tenemos esta gran escalada de secuestros masivos. Las pandillas armadas atacan y secuestran mujeres y niños en edad escolar, y reclaman dinero. Atacan y secuestran clérigos u otras personas de alto rango, para presionar a su familia, al Gobierno u otra gente, a su iglesia o parroquia –para que paguen el dinero del rescate–. Esto se ha convertido en un gran negocio.
A eso se suma el hecho de que los cristianos son particularmente señalados. En las zonas rurales, el blanco son las comunidades cristianas vulnerables. Las niñas son secuestradas cuando van de camino a la escuela, forzadas a convertirse al islam, a casarse con hombres mayores musulmanes, y al final a convertirse en esclavas sexuales. Esto es algo muy común en el norte de Nigeria. No hay ninguna protección en estas comunidades rurales. Las comunidades cristianas vulnerables están expuestas a este tipo de violencia, además de a los ataques, persecución y discriminación que diariamente enfrentan.
¿Puedes ayudarnos a comprender qué es lo más preocupante para la iglesia nigeriana respecto a los desplazamientos?
Este nivel de violencia en Nigeria ha causado un desastre humanitario enorme, afectando a comunidades y provocando desplazamientos masivos.
Primero, en el noroeste de Nigeria, por la continua insurgencia islámica de Boko Haram en los Estados de Borno, Yobe y Adamawa.
Pero también está afectando a la parte central de Nigeria, el cinturón medio de Nigeria, donde las más afectadas por la violencia son las comunidades cristianas. La gente es atacada una y otra vez, de forma repetida: son asesinados, y miles son desplazados. Tenemos registrado cómo una y otra vez las comunidades y pueblos cristianos son atacados, gobernados y controlados por militantes fulani.
Y no hay respuesta ni atisbos de terminar con ese control por parte de las Fuerzas de Seguridad o el Estado. A pesar de los numerosos ataques durante tantos años, la gente sigue siendo desplazada. Y sigue aún en campamentos para gente GID (gente internamente desplazada). En el Estado central de Plateau, en el sur de Kaduna, en el Estado de Benue, sigue habiendo cristianos viviendo en todos los campamentos para GID.
¿Qué les dirías a los que defienden que la violencia en Nigeria es por motivos étnicos, recursos naturales, o por venganza?
Hay distintas interpretaciones sobre la violencia en Nigeria. Es un país dividido por diferencias religiosas, étnicas y políticas.
El norte es predominantemente musulmán, el sur es cristiano. Para poder comprender mejor, hay que considerar el contexto y la geografía de la violencia –qué está sucediendo y dónde–.
Primero, en el noreste de Nigeria es donde está la insurgencia islamista dirigida por Boko Haram. Desde 2009, la dimensión ha sido claramente religiosa. Lo que ISIS hizo es lo que Boko Haram/SWAP trata de replicar en esa parte de Nigeria. A ello hay que sumar ahora, más recientemente, otro tipo de violencia que afecta al resto del norte del país, el noroeste y el norte central de Nigeria: las pandillas armadas, gente joven sin ningún futuro económico y con fácil acceso a armas, que están atacando comunidades sin importarles su religión o etnia. Puro bandidaje. Tristemente, no hay protección, y eso sigue repitiéndose una y otra vez. Y además, la insurgencia islámica que ha estado afectando sobre todo al noreste de Nigeria, se está desplazando al sur y afectando al cinturón medio, zonas predominantemente cristianas.
Así que hay una dimensión claramente religiosa. Cuando ves el modo en que las cosas ocurren en el sur de Kaduna, en los Estados de Plateau y Benue, estas son áreas predominantemente cristianas.
Veamos un ejemplo: lo que ocurrió en la Navidad de 2023, conocida como “La masacre de Navidad”. Las comunidades cristianas fueron atacadas, más de 200 personas fueron asesinadas en los días de las fiestas navideñas antes de Nochevieja. Si consideramos los testimonios de los líderes de comunidad, iglesias, socios locales, y analizamos lo que ocurrió, eso nos dice mucho. El modus operandi nos recuerda lo que ISIS hizo en Oriente Medio. Primero, la época del año: atacaron en Navidad; eso es parte del mensaje. Los grupos terroristas, en África u otro lugar, usan una temporada muy especial para llamar la atención. Y esa época del año es Navidad, cuando la gente se reúne para celebrarla. Ahí es cuando atacan. Hay una clara intención de matar y de causar mucho daño. Y tuvieron éxito. 200 personas fueron fácilmente masacradas, y miles fueron desplazadas.
Y de nuevo, vemos el modo en que operan, bien organizados, con un nivel claro de planificación. Bien armados, gritando “Allahu Akbar” y atacando pueblos cristianos, uno tras otro, sin ningún obstáculo ni respuesta que lo impida, y tomando el control de esas comunidades de una forma muy fácil.
Y lo que ocurrió en Navidad recuerda a otras masacres. La más reciente es la de junio de 2018. En casi las mismas comunidades del Estado de Plateau, los pueblos cristianos fueron atacados. 238 personas fueron masacradas en días, miles desplazados, y los pueblos ocupados por militantes fulani. Y seis años después del ataque, los fulani siguen allí en los pueblos, y la gente sigue desplazada.
Así que, puedes ver que hay la dimensión religiosa tan clara que hay. Es un plan muy nítido, y una intención muy explícita de atacar.
Y vemos que la insurgencia islámica se está moviendo ahora hacia el sur. Tenemos como ejemplo el ataque contra una iglesia en el Estado de Ondo, al sur. Es más que evidente que la insurgencia islámica está afectando incluso al sur de Nigeria.
¿Están los cristianos vengándose de los militantes fulani?
Hay un montón de interpretaciones sobre la violencia en Nigeria. Tenemos que distinguir el tipo de violencia, porque no hay dos grupos iguales. Algunas interpretaciones apuntan a los enfrentamientos violentos por el acceso a los recursos naturales.
Hay un problema común que afecta a todos los países del África subsahariana, desde Senegal a la República Centroafricana, desde Sudán al norte de Camerún. En todos estos países, debido a su fragilidad y al impacto del cambio climático, existe el problema del acceso a los recursos naturales, por la demografía y porque la gente no respeta los límites de las tierras de pastoreo. Pero es un conflicto de baja intensidad en Nigeria y en otros lugares, tanto para la víctima como para el impacto producido.
Pero en la particular situación de Nigeria, además de este conflicto de bajo nivel, existe otro. Y ahí es donde se ha creado la confusión, esa interpretación simplona y facilona que trata de meter todo en el mismo saco y crear confusión.
En el centro de Nigeria, hay grupos de militantes fulani, bien armados, que atacan predominantemente a comunidades cristianas. No son enfrentamientos no buscados, sino de ataques bien planificados. La masacre de Navidad es un ejemplo de ello.
Antes de eso, desde abril, mayo, junio del año pasado, en tres meses fueron masacradas más de 300 personas –en las mismas zonas en el Estado de Plateau–. Y eso ocurre una y otra vez.
Y la raíz principal de ello es la impunidad. Es un asunto crucial. Los militantes se sienten libres para atacar y asesinar. No son meros enfrentamientos, sino ataques muy planificados y gente muy bien armada, los militantes fulani. Hay una dimensión obviamente religiosa. No se trata del acceso a recursos naturales, ni de asuntos entre granjeros y pastores, algo, por cierto, muy común y extendido por toda el África Subsahariana.
El mundo no parece prestar mucha atención a lo que ocurre en el África Subsahariana, a pesar de la gravedad del problema. ¿Por qué crees que ocurre esto, por qué el mundo no presta atención a lo que ocurre?
El mundo no presta atención a lo que ocurre en África. Necesitamos considerar una serie de cosas. Los medios de comunicación no prestan atención a esto, porque las grandes empresas de medios de comunicación –CNN, BBC y otras – son medios de comunicación occidentales, y su primera área de interés no es África, incluso aunque la crisis del África Subsahariana sea mayor ahora, y tenga impacto humanitario enorme y miles de personas desplazadas. Por eso el mundo no presta atención; porque los medios de comunicación no informan lo suficiente sobre ello o no están interesados en hacerlo. Les interesa más lo que ocurre en Ucrania, porque está en Europa, muy cerca de Europa. Cuando consideramos la escalada de violencia e impacto comparada con otras grandes crisis –Afganistán, Oriente Medio, Ucrania, Gaza–, la crisis de África no está recibiendo la necesaria atención por lo que está ocurriendo allí.
Y en África, los líderes de iglesia y comunidad se sienten abandonados. Sienten que los han dejado solos.
Necesitamos hacer más en los medios de comunicación, y también en el terreno político –los países occidentales deben prestar más atención. Vimos cómo reaccionaron ante el Estado islámico, la coalición militar internacional en el Medio Oriente que terminó venciéndolo en Irak y Siria. Pero no hacen eso con el África subsahariana. Así que hay un sentir fuerte de abandono por lo que está ocurriendo. El mundo necesita hacer más desde la política para responder, ofrecer socorro y ayuda, y estabilizar esta área tan particularmente frágil.
¿Cómo podrían los Gobiernos locales del África subsahariana comenzar a lidiar con las raíces principales que causan la violencia?
Los Gobiernos subsaharianos tienen responsabilidad. La primera es proteger a sus ciudadanos, sin importar su religión o etnia. Algunos países lo están haciendo, y lo hacen lo mejor que saben y pueden, pero están sobrepasados. No tienen la capacidad de responder. Lo intentan, pero no pueden, porque los insurgentes islámicos están muy bien entrenados; son parte de la yihad internacional, y están apoyados por Siria, Irak y otros países. Y tienen la capacidad de atacar cuarteles y posiciones del ejército, y de asesinar a miles de miembros de personal de Seguridad en toda la región.
Otros países también tienen responsabilidad sobre distintos contextos y situaciones donde la impunidad es el gran problema. El Estado ha fracasado en la protección de Nigeria. Se mire por donde se mire, el Gobierno nigeriano debe hacer más para proteger, proveer seguridad, y detener la violencia, los asesinatos y los desplazamientos en masa. Nigeria es el motor de la economía de África. Tiene uno de los mayores presupuestos militares de África. Por tanto, tiene toda la capacidad para responder y detener la violencia, que ahora está amenazando incluso la existencia del país. Es un gran problema, porque Nigeria es el país más poblado de África, con más de 200 millones de personas.
Si Nigeria cae, puedes imaginarte las consecuencias para toda África, y aún para más allá de África. Es un problema enorme. El Gobierno nigeriano necesita hacer más para responder a la crisis.
Burkina Faso es uno de los países más pobres de la región. ¿Cómo trata de responder a la crisis?
Cuando consideras la situación de los países del Sahel, los del Sahel central están especial y profundamente afectados por la crisis de la insurgencia islámica, porque son muy frágiles. Aún en épocas de normalidad sin crisis, están entre los más pobres del mundo: Mali, Níger y Burkina Faso. Pero están respondiendo, lo están intentando.
Pero no están en una posición para poder responder adecuadamente y lidiar con la situación. Burkina Faso ha perdido ya más del 40% de su territorio, que está bajo el control de los islamistas. El Gobierno está intentándolo, pero el problema es que todos estos países está ahora asignando un promedio del 20% de su presupuesto para sostener el esfuerzo militar. En vez de proveer educación y salud, ese dinero se está usando para lidiar con esta situación. Y eso a largo plazo puede crear un efecto dominó: más fragilidad, más problemas sociales, más gente joven sin acceso a la educación y, por tanto, expuesta a manipulación y reclutamiento. Este es el gran problema.
¿Qué acciones te gustaría que llevara a cabo la comunidad internacional para responder a la crisis?
Desde un punto de vista internacional, la comunidad internacional debería prestar más atención y responder. África es parte del mundo global, y lo que está ocurriendo en África es un asunto de seguridad internacional. Como está ocurriendo y no se está lidiando con ello apropiadamente, acabará afectando al resto del mundo en cuanto a migraciones masivas. Nigeria tiene más de 200 millones de personas. Si Nigeria cae, Europa podría enfrentar otra crisis migratoria. Cruzarían el desierto del Sahara hacia Libia o Argelia, cruzarían el Mediterráneo y llegarían a Europa.
Y desde un punto de vista nacional, el Estado ha fracasado en poder controlar sus fronteras, y la insurgencia islámica ha transformado el África Subsahariana, los países del Sahel, en una ruta de tránsito.
El narcotráfico latinoamericano está usando estos países para hacer llegar drogas a Europa. Y los grupos del Estado Islámico activos luchan entre sí por controlar esa ruta de tránsito. El tráfico de drogas está financiando el terrorismo, la insurgencia islámica, los problemas de seguridad. Y los problemas de violencia de pandillas que existen en Europa son consecuencia directa de la situación que hay en el Sahel.
Así que hay necesidad de proteger, intervenir, estabilizar estos países y proveer esperanza y futuro económico a la gente joven. Lo contrario está transformando a la juventud en presa fácil para ser reclutada. No les queda otra hay elección. Para algunos líderes juveniles, es por compromiso es ideológico. Pero para la mayoría, como no saben qué hacer, y no tienen trabajo ni empleo, aceptan fácilmente la única oferta que les llega de este grupo islámico radical; y solo en Nigeria, según UNICEF, hay más de 20 millones de jóvenes en paro. Eso es una bomba. África es el continente más joven. La edad media es de 20 años. Níger es el país más joven, con una edad media de 15 años.
Así que, hay mucho por hacer en cuanto al paro, educación, educación profesional y formación laboral que les den futuro. Son jóvenes, y son seres humanos. Quieren vivir. Tienen sueños, tienen expectativas. No quieren un teléfono inteligente, quieren tener un trabajo, una familia, viajar como los jóvenes en Europa. Pero no tienen futuro. 15, 20, 25 ,30 –sin trabajo, y finalmente se convierten en insurgentes. Y ese es el problema–.
¿Qué respuesta está dando la iglesia del África Subsahariana a esta crisis?
La iglesia en África está muy afectada por la crisis. Es la respuesta básica, pero también es la víctima.
La respuesta básica, porque la iglesia o los cristianos en África son locales, no extranjeros.
En un día normal de una época sin crisis, la iglesia juega un papel crucial en el desarrollo socioeconómico de sus países. Son la principal educación que se provee después de la estatal, y las escuelas dirigidas por iglesias, conocidas localmente como ‘escuelas misioneras’, son las mejores. Tienen el nivel más alto en disciplina. Por eso, incluso los miembros del Gobierno provinientes de contextos musulmanes prefieren llevar a sus hijos a las escuelas cristianas, en vez de a las públicas.
Las iglesias proveen educación, y salud. Los hospitales cristianos o misioneros están al alcance de todos. Ofrecen agua limpia, necesidades básicas, y formación profesional a los jóvenes –proveen esperanza. Eso es lo que la iglesia está haciendo. Durante el COVID, la gente afectada iba a la iglesia, a los pastores, para conseguir ayuda y medicinas.
Pero la iglesia está afectada y atacada sobre todo por ser cristianos, debido a la ideología islamista.
Por tanto, la iglesia es ambas cosas, la respuesta activa en el desarrollo económico y social, y la víctima. Pero a pesar de eso, es una iglesia resiliente y se sostiene firme ante la crisis. Pero está sobrepasada, no tiene capacidad para responder debido a la gran escalada de violencia que afecta a estos países y a los desplazamientos masivos interna y externamente.
¿Qué necesitan los cristianos del África Subsahariana que la iglesia mundial haga por ellos?
Los cristianos del África Subsahariana tienen altas expectativas de sus hermanos de Occidente. Las tienen porque la iglesia en África es parte de la iglesia global, el Cuerpo de Cristo. Quieren sentir que son parte de esa iglesia global con sus hermanos de Europa y de cualquier otro lugar. Son conscientes, como dice la Biblia, de que «somos un Cuerpo. Cuando un miembro sufre, los otros sufren». ¿Sentimos eso nosotros?
Quieren tener esta comprensión y sentimiento de que la iglesia en Europa es consciente, y se duele por la violencia, persecución y asesinatos que están afectando a los miembros del Cuerpo de Cristo en Burkina Faso, Nigeria, RDC, Mozambique, Somalia y cualquier otro lugar.
Y la Iglesia está respondiendo a través de oraciones, porque cuando oramos, ocurren milagros. Lo que está sucediendo escapa a la capacidad del Estado. Por eso la iglesia en Europa debería orar.
Pero también prestarle atención –visitarla, expresarle su simpatía y compasión, orar por ella. Y también apoyar a agencias de ayuda y a otras organizaciones que trabajan sobre el terreno, proveyéndoles de materiales de socorro, y la ayuda realmente necesaria para la gente desplazada, para las víctimas de la violencia.
Y además de esto, permanecer firmes y posicionarse: presionar a sus Gobiernos, MPs, líderes politicos, para que hagan lo correcto y se posicionen para proteger, porque en la Ley Internacional de Derechos Humanos se recoge el deber de proteger. Y presionar también a algunos Gobiernos de África que no están haciendo lo suficiente, o apoyar a los que sí hacen, para que hagan más de lo que pueden hacer ahora. Algunos de ellos lo están intentando pero no son capaces, como en Burkina Faso, en Níger y en otros lugares. Pero el fracaso es evidente en otros casos, como el de Nigeria, donde el Estado no responde ni protege.
¿Qué esperanza ves para el futuro de la Iglesia en el África Subsahariana?
La iglesia en África está profundamente afectada, pero aun así es resiliente. Tienen una comprensión clara de la violencia, son conscientes de ella.
Los cristianos o los líderes de iglesia quieren vivir, tener familias, tener hijos. Tienen esperanza, expectativas. Pero también tienen un sentido claro de esta persecución, y están listos para enfrentarla. Saben que no es el fin de la iglesia. La violencia no va a erradicar la iglesia.
Ir a la iglesia es como viajar con un billete solo de ida. Son conscientes de la violencia, la amenaza, pero van. Tienen fuertes convicciones. Es una iglesia fuerte, a pesar de la violencia.
Hay una historia de un líder de iglesia en el norte de Burkina Faso.
En cierto momento, fue avisado de irse y salvar su vida, por el nivel de violencia. Y al final, dijo que no, que no se iba para salvar su vida y dejar tirada a su iglesia. Y al final, la iglesia fue atacada el 28 de abril de 2019. Los militantes insurgentes, bien armados, vinieron con una lista de personas, el primero de la cual era él. Al final, les pidieron que se convirtieran, y como él se negó, lo asesinaron. Y también a los otros cinco líderes de la iglesia.
Esta es la situación. Lo ocurrido es una ilustración claro. Estos cristianos tienen un sentido claro de la amenaza y la violencia, pero tienen una fe fuerte. La iglesia en África es una de las que más está creciendo en el mundo. Esa es la realidad. La violencia está, y un alto nivel de violencia, la persecución también –pero aun así sigue siendo una iglesia fuerte.
¿Hay algún cambio positivo que podamos celebrar?
La situación en el África Subsahariana es una estampa penosa, una estampa de violencia, persecución, desplazamientos masivos, muerte y tristeza. La gente está profundamente afectada. La crisis ha creado una situación humanitaria gravísima. Pero aun así vemos que esta iglesia está ahí, fuerte y resiliente.
Y también, por parte del Estado, hay una respuesta –una voluntad clara de la mayoría de los Estados de responder, proteger, y responsabilizarse, porque es su papel proteger, proveer seguridad para todos, al margen de su religión o etnia. Burkina Faso lo está intentando una y otra vez, pero no es suficiente. En Níger, hay este nivel de protección. También en Mali. Pero estos países son muy frágiles y están sobrepasados. Algunos no.
Pero lo positivo es esto: algunas leyes están protegiendo la libertad religiosa. Desde una perspectiva constitucional, en todos estos países la libertad religiosa está garantizada. Y hay cierto nivel de protección según el contexto. Esto es lo positivo, aun cuando el contexto global es un contexto de violencia.
¿Puedes compartir tu propia historia, sobre tus hermanos en Níger?
Además de la respuesta del Estado, puedes ver también lo que está ocurriendo desde el punto de vista de las comunidades.
Esta insurgencia islámica viene de un grupo islámico radical minoritario; la ideología islámica no es compartida por la mayoría. Aunque algunos de estos países son predominantemente musulmanes, la práctica islámica es muy tolerante. Tienen una larga cultura de tolerancia. Solían vivir en paz.
Lo que ahora está ocurriendo, el modo en que esta cultura de tolerancia está siendo socavada se ha convertido en una amenaza existencial para la cohesión social. Y la gente no está contenta. Y cuando las iglesias son atacadas, la comunidad, que es musulmana, responde a ello.
Eso fue lo que ocurrió en el ataque en Níger en enero de 2015, tras el ataque terrorista Charlie Hebdo en París. Unas 100 iglesias y propiedades cristianas, fueron atacadas y destruidas. Mi hermano menor es un líder de iglesia. Lo perdió todo en cuestión de horas –su casa, su iglesia, su oficina– durante el ataque, igual que los otros líderes de iglesia, incluidos el líder principal de la Alianza Evangélica en Níger y los líderes principales de la iglesia evangélica en Níger. Y fue hospedado por su amigo musulmán y vecino durante meses. Mi propia familia, durante el tiempo del ataque, fue hospedada y protegida por sus vecinos musulmanes.
Tenemos historias también de escuelas protegidas por vecinos musulmanes. Son escuelas cristianas, pero ellos dicen, «es nuestra escuela, esta escuela es para nuestros hijos. No podemos dejarte atacarla y destruirla. Es nuestra escuela, nuestro hospital y nuestro proyecto».
Sí, los cristianos están haciendo cosas buenas. Es ampliamente conocido y, por eso, cuando son atacados, hasta los vecinos musulmanes vienen y defienden la escuela para protegerla, exponiéndose a sí mismos a la violencia.
¿Cómo puede la Iglesia global orar con la iglesia en África?
La iglesia global debería prestar atención a lo que ocurre ahora en esta crisis que afecta a la iglesia en África, porque esta es parte de la iglesia global. Tiene expectativas. Y la iglesia global debería prestarle atención. ¡No olvides a la iglesia de África!
Todos estos asesinatos no deberían ocurrir, esas vidas inocentes perdidas en Nigeria en aquella Navidad –este ataque debería haber sido prevenido–.
Necesitamos que nos defendáis como Iglesia global en Occidente y en otros lugares: defendedla, informaos y orad por la iglesia en África. Orad para que la iglesia sea resiliente, para que permanezca firme en medio de esta persecución violenta y desplazamiento masivo.
Orad por los líderes, para que sepan como dirigir a la iglesia en esta situación tan difícil. Hay muchas expectativas y no están preparados para saber cómo actuar ante este tipo de crisis. Nunca más volverán a dirigir una actividad normal sin crisis debido a toda esta violencia. Y la gente acudirá a ellos. La crisis ha creado un trauma colectivo en las comunidades. Y los líderes no saben cómo responder. Orad por ellos.
Orad por los líderes políticos, para que desempeñen realmente su papel, [cumplir con] con su responsabilidad y con el deber de proteger. Aunque algunos tratan de seguir haciendo más, otros no están haciendo lo suficiente y no están protegiendo. Que Dios toque sus corazones y les dé toda la sabiduría que necesitan para hacer lo correcto, porque han sido elegidos para proteger. Son los líderes. Tienen responsabilidades y la gente espera de ellos que las cumplan.
En Nigeria, los nigerianos tienen expectativas. Necesitan seguridad. Quieren vivir en paz. Tanto si son cristianos como si no, este es un asunto de mucha gravedad en Nigeria. Así que, oremos para que esta situación tan dramática cambie, para que Dios intervenga de un modo u otro y detenga la violencia y los asesinatos, las muertes masivas de vidas inocentes.
¿Hay algo más que quieras decir a la Iglesia?
Es una situación muy grave la que está afectando a África, y la iglesia global en Occidente y otros países tiene una responsabilidad que cumplir.
La iglesia en África es parte del Cuerpo de Cristo. ¿Tenemos ese sentir, ese dolor? ¿Es una carga compartida? ¿Estamos compartiendo ese dolor?
Cuando oímos la dramática historia de las Iglesias cristianas siendo atacadas en Burkina Faso y otros lugares, ¿tenemos ese sentir de pertenecer al mismo Cuerpo de Cristo? ¿Sentimos que tenemos la responsabilidad de actuar, de responder? Somos parte del mismo Cuerpo.
En Europa tenemos libertad, y protección. ¿Qué estamos haciendo con nuestra libertad, comparado con lo que ocurre en otros lugares? Por el contrario, la gente en África tiene un claro sentido de amenaza y peligro, pero están listos para correr el riesgo. Tienen su fe; hay un precio y están preparados para pagarlo.
¿Estamos preparados para pagar el precio, ese precio pesado por nuestra fe en Cristo? ¿Qué estamos haciendo al respecto?
Ese es el mensaje clave. Eso es lo fundamental para mí. Pensemos en ello. Reflexionemos sobre ello. Tenemos una responsabilidad.
Señor, quiero ser uno con todos mis hermanos nigerianos desplazados en campamentos. Por favor, cubre sus necesidades básicas de alimento, salud y descanso. Haz llegar toda la ayuda posible desde todas partes del mundo y acaba con la corrupción que impide su distribución. Hazles saber a estos cristianos que no están solos y aviva su fe para que no pierdan la esperanza en un futuro mejor. Si es tu voluntad, cumple su petición de volver a sus hogares y transformar los corazones de los fulani que les asedian. Lleva tu paz a África Subsahariana, detén la violencia en todo el país y ayúdanos a impulsar su regeneración. En el nombre de Jesús, amén.