La historia comenzó hace cinco años en el centro educativo Government Girls Science Technical College de la ciudad de Dapchi, en el estado de Yobe, al norte de Nigeria. Leah Sharibu tenía entonces 14 años y mucha ilusión por el futuro que le esperaba. Pero en la noche del 18 de febrero de 2018, esos sueños se vieron interrumpidos cuando un grupo de
militantes atacó la escuela, secuestrando a más de 100 de las estudiantes. Un mes más tarde, todas menos una de las niñas fueron liberadas gracias a los esfuerzos de los grupos clandestinos.
Aquella mañana, mientras las niñas subían a los camiones para volver a casa, Leah se negó a decir que era musulmana, «porque soy cristiana». Su valiente confesión y su negativa a renunciar a su fe significaron su
permanencia en cautividad.
El 14 de mayo, Leah cumplirá 20 años en cautiverio, y se cumplirán 1911 días desde que fue secuestrada. Para su madre y su padre, el dolor continúa cada día. Pero, por desgracia, el apoyo y la campaña por la liberación de Leah han disminuido gradualmente desde que la historia se convirtió en noticia internacional hace cinco años.
Nathan y Rebecca siguen viviendo en Dapchi, esperando el regreso de Leah. A principios de este año, los trabajadores de Puertas Abiertas visitaron a Rebecca y Nathan para animarles, orar con la familia y hacerles saber que los seguidores de Puertas Abiertas siguen oran
do por ellos.
Rebecca no tiene nada nuevo que añadir sobre el día en que se llevaron a Leah y el mes posterior, pero sigue compartiendo los acontecimientos grabados en su memoria: «Cuando todos los padres corrieron al colegio a ver a sus hijas, me dijeron:
"Leah no está entre ellas. Leah no ha regresado". Pregunté a las chicas que volvieron: "¿Cómo es que Leah no ha vuelto?"
. Las chicas me contaron: "Nos reunieron a todas y nos preguntaron quiénes éramos cristianas. Leah levantó la mano, pero la reprendimos y dijimos que todas éramos musulmanas"
. Pero ella se negó, levantó la mano y dijo que era cristiana. Ellos(los radicales islámicos) dijeron que, puesto que era cristiana, debía renunciar a Cristo y aceptar el islam antes de poder entrar en la furgoneta. Ella se negó y dijo que era cristiana y que no aceptaría el islam».
Rebecca recuerda cómo las chicas le contaron que, entonces, los combatientes amenazaron con hacer prisionera a Leah: «Como no aceptas el islam, te quedas aquí»
. Desafiante, Leah respondió:«No aceptaré el islam porque no soy musulmana. Me quedaré aquí». Las chicas contaron a Rebecca que, tras su declaración de fe, Leah estaba llorando. «
Todas llorábamos cuando nos metieron en la furgoneta y nos fuimos», dijo una de las compañeras de Leah.
Dos meses después, la división del Estado Isámico del África Occidental publicó un
vídeo de prueba de vida
en el que Leah suplicaba ayuda al gobierno y pedía al público: «ayudad a mi madre, a mi padre, a mi hermano pequeño y a mis familiares»
.Dos semanas después, el grupo militante advirtió que mataría a Leah, de 15 años en ese momento, si no se cumplían sus demandas.
Una vez cumplido el plazo, publicaron otro vídeo declarando que Leah sería «su esclava de por vida»
.
Aunque son frecuentes los rumores sobre el paradero de Leah (se dice que se ha casado con uno de los comandantes y ha dado a luz a dos hijos), Rebecca aún no ha visto a su hija ni tiene noticias de ella. «L
a primera y última vez que vi su cara y oí su voz fue en el vídeo publicado unos días después de su secuestro», afirma.
A pesar de todo lo ocurrido —sabiendo que su hija estaría con ella ahora mismo si hubiera renunciado a su fe—, Rebecca dice estar orgullosa de su Leah:
«Estoy agradecida a Leah por la decisión que tomó», dice Rebecca, aún visiblemente traumatizada. «Se negó a convertirse al islam. Su fe firme me hace muy feliz»
.
La fe de los Sharibus en Dios es inquebrantable; se trata de un verdadero testimonio de lo que es la fidelidad y el verdadero gozo. Como tantas otras familias de Nigeria cuyas hijas han sido secuestradas y siguen desaparecidas, Rebecca y Nathan siguen orando por el regreso de su hija.
«Oramos por ella, nada es imposible para Dios. Sabemos que algún día volverá», afirman con determinación.
Pero no confundamos el gozo y la fuerza con la felicidad. Recorrer el camino del sufrimiento conlleva un dolor incalculable. «
Sinceramente, no somos felices...», admite Rebecca. «Solo estamos consiguiendo salir adelante». Sin embargo, no vive desesperada. Por el contrario, su sufrimiento le ha aportado una perspectiva renovada que a menudo so
lo llega a través de la crisis y la dependencia:«Dios ha sido nuestra fuente de fortaleza en todo lo que estamos haciendo», afirma. «Mirando mi camino con Dios, puedo decir que este es el momento en que más me he acercado a Él»
.
Como tantos creyentes perseguidos que intentan superar la pérdida de un familiar, Rebecca acude a su comunidad y a la Palabra de Dios en busca de apoyo: «Al unirme a la comunidad
de mujeres de la iglesia, me he sentido realmente apoyada, animada y fortalecida», comparte. «Quedarme sola en casa no me fortalecerá ni me animará... Cada vez que estoy preocupada
, leo y recito el Salmo 23».
Rebecca tiene un poderoso mensaje para los compañeros de oración que no han dejado de orar por Leah: «Le doy gracias a Dios. Que el Señor te
proteja y te guarde, dondequiera que estés. Estamos orando por ti, día y noche. Estoy suplicándoselo a todo el mundo; sé que la gente ha estado orando y sigo suplicando que lo sigamos haciendo. Que Dios te
ayude yte rescate algún día de tus captores». Y no solo por Leah. También hay muchas personas, como Alice Loksha Ngaddah —
una cooperante cristiana nigeriana secuestrada en marzo de 2018—, que siguen secuestradas.
En Nigeria (número 6 de la Lista Mundial de la Persecución 2023 de Puertas Abiertas), y en toda el África subsahariana, el secuestro se ha convertido en un negocio rentable. Cada año, miles de cristianos, así como musulmanes moderados, son secuestrados por radicales islámicos a cambio del pago de rescates. So
lo en Nigeria,2510 cristianos fueron secuestrados en 2022.
«Quiero dar las gracias a Puertas Abiertas, que ha estado orando con nosotros. Que Dios os bendiga a todos. Nuestro agradecimiento es lo único que podemos
dar, no tenemos otra forma mejor de daros las gracias».
Desde el secuestro de Leah, Nigeria ha visto el nombramiento de dos presidentes, Muhammadu Buhari y, más recientemente, el recién elegido del partido APC, Bola Tinubu. En 2019, el expresidente Buhari prometió rescatar a Leah de su cautiverio; una
misión de la que se hizo eco el Gobierno federal nigeriano, que entonces se comprometió oficialmente a «
no cesar en sus esfuerzos por traer a Leah Sharibu a casa sana y salva».
Cinco años después, Leah sigue sin estar en casa. Puertas Abiertas sigue luchando para que el Gobierno nigeriano cree un puesto dentro de su estructura dedicado
exclusivamente a mantener un enlace activo con las familias y un canal de comunicación abierto y accesible para los traumatizados padres de todos los rehenes cristianos.
Señor, te doy gracias por el ejemplo de fe y firmeza de Leah. Oro que tú sigas dándole gracia y valor para enfrentar lo que está sufriendo, y también por otros que viven situaciones similares. Te pido que des sabiduría al gobierno para que puedan encontrar formas de acabar con la violencia. Amén.