AMIRA*: «Al principio, la llegada del nuevo gobierno daba miedo. Mucha gente abandonó Afganistán. Estaban asustados y desesperados. Pero nosotros decidimos quedarnos. Les dije a mis hijos que no tuvieran miedo, que Jesús es nuestro Salvador y que
volvería pronto».
BASHIRA*: «Cerraron la escuela de mis hijos, cuesta encontrar trabajo y la gente lucha por poder comer y calentarse. Yo he conseguido un pequeño trabajo, pero sigue siendo difícil mantener a mis hijos, sobre todo con el frío del invierno. La población
está sufriendo en esta región, pero nadie se atreve a decir nada. A veces me pregunto: ‘¿Por qué Dios también está en silencio y no hace nada?’».
DAIRA*: «Nos presionan para que vayamos a la mezquita a rezar. Apuntan los nombres de los asistentes y te denuncian si no asistes con regularidad. No quiero ir, pero tengo que hacerlo. «Me ayudó mucho hablar con otro cristiano afgano que me sirve
de mentor. Me sugirió que asistiera, pero que aprovechara el tiempo para orar para que los que me rodean conozcan a Jesús».
«La población está sufriendo en esta región, pero nadie se atreve a decir nada. A veces me pregunto: ‘¿Por qué Dios también está en silencio y no hace nada?’»
FADIL*: «Registraron mi lugar de trabajo. Mientras registraban todas las habitaciones, borré la aplicación de la Biblia de mi teléfono. Luego la descargue de nuevo con una versión de audio Biblia, así que podemos escucharla en familia. Leí el Nuevo
Testamento dos veces y realmente me llegó al corazón. He memorizado la oración del Señor y la oro todos los días. Nos presionan, nos están adoctrinando, pero yo he conocido a Jesús y conozco su bondad. Aun así, es difícil ver a nuestra gente cambiar
de mentalidad».
JAMILEH*: «Estoy agradecido porque, a través de los programas de radio cristianos que comparten el Evangelio con nuestra gente, llegué a conocer a mi Señor y Salvador Jesucristo. Nuestra familia escucha programas de radio cristianos todos los
días y oramos juntos. Me encanta cuando hablan del amor y la gracia de Dios en la radio. Oro para que todos los afganos conozcan la Biblia y sigan a Jesús, que es su Señor y Salvador. Oré por mi esposa y mi hijo cuando estaban enfermos, y Dios
los curó».
NADEEM*: «La oración da vida, es como regar los árboles. Leer mi Biblia digital ha sido una gran bendición. La leo y luego hablo de ella con un creyente de fuera del país que me ayuda a crecer en mi fe. También comparto lo que aprendo con mi familia
y con otras personas».
OMAR*: «Doy gracias a Dios por aquellos creyentes afganos que me ayudaron a encontrar la verdad y a crecer en mi fe. También leo la Biblia con mi familia. Mis hijos están aprendiendo a orar, y a amar y seguir a Jesús. Tengo contactos muy ocasionales
con otro creyente de otra región, pero tenemos que ser muy cuidadosos. Para mí, la radio ha sido mi iglesia de comunión y el contacto con creyentes de fuera del país me ha ayudado a crecer en mi fe».
RAHIM*: «Me estoy dando cuenta de que, más que con palabras, necesito mostrarle a la gente la verdad a través de mi vida y mis acciones. Hace un tiempo, tuve problemas con algunas personas de mi comunidad. Si hubiera seguido mi antigua fe, lo habría
resuelto de otra manera, pero gracias a la paz de Dios en mi vida y a lo que he leído en la Biblia, pude resolverlo pacíficamente».
TARIQ*: «Los nuevos dirigentes pidieron que mi hija se casara con uno de ellos, así que la casamos rápidamente con otra persona que conocíamos, aunque no compartiera nuestra fe».
*Nombre cambiado por motivos de seguridad.