Cuando Simon Pierre se convirtió al cristianismo era el único creyente en su aldea. Sin embargo, poco a poco, más personas se fueron sumando hasta llegar a formar una pequeña congregación. Con ello, también comenzaron los problemas: persecución y discriminación.
Cuando una sequía asoló la región, los colaboradores locales de Puertas Abiertas proporcionaron a la iglesia de Simon los recursos para construir un pozo. En lugar de guardarse el agua para sí, la compartieron con sus vecinos, aquellos que les perseguían,
lo cual causó un profundo impacto en las vidas de estos.