Para los creyentes saudíes, el Ramadán es un tiempo de intensa confrontación con sus familias. Ahmed*, un creyente local, comparte con nosotros que era un devoto estudiante del islam antes de conocer a Cristo, pero ahora el Ramadán es más bien un evento cultural. No obstante, si se encuentra en una situación en que le es imposible evitar ir a la mezquita a orar, ora allí en secreto a Jesús.
Los saudíes recién convertidos tienen que tener mucho cuidado a la hora de compartir su fe con los demás. Se consideraría que es una deshonra para la familia, especialmente si se hiciera público, lo que puede desembocar en excomunión de la comunidad, arresto, encarcelamiento e incluso en el crimen de honor. Por ello, muchos creyentes saudíes abandonan el país tarde o temprano. Los creyentes como Ahmed intentan pasar desapercibidos y tienen mucho cuidado cuando testifican ante los demás.