El dolor no es algo que se va de un día para otro.
Suele venir de manera inesperada y puede cambiar profundamente a las personas para siempre.
Nadie puede prepararse del todo para enfrentar el sufrimiento.
Sin embargo, aunque el dolor sea algo que no podemos evitar, tenemos la elección de cómo respondemos a ese dolor.
Sobre todo cuando el dolor se centra en las personas que amamos.
Este es el tipo de dolor que conoce Yasmina.
Esta joven de África del Norte (no podemos especificar el país por razones de seguridad) ya está demasiado familiarizada con la pérdida.
Cuando tenía 21 años, perdió a su padre.
Seis años después, su madre falleció tras una larga lucha contra el cáncer.
«Siempre era el tema de la maldad y el sufrimiento lo que me llevaba a buscar a Dios»
Tras perder a su padre en el 2006, Yasmina comenzó a interesarse seriamente en Dios y a cuestionar de verdad su existencia. Mientras estudiaba Derecho en la universidad, algunos de sus compañeros de clase la animaron a recurrir a su fe musulmana para ayudarla a encontrar consuelo tras perder a su padre.
«Mis amigos de clase me animaron a leer el Corán y a rezar cinco veces al día para conocer a Alá y su palabra, para así poder encontrar respuestas a mis preguntas sobre la existencia de Dios y la complicada cuestión del mal y el sufrimiento», cuenta Yasmina. «Pensé que a lo mejor me ayudaría a superar mi tristeza y ansiedad».
Pero cuando murió su madre, la duda volvió a entrar en su vida y de nuevo la atormentó la cuestión de la existencia de Dios. «Siempre era el tema de la maldad y el sufrimiento lo que me llevaba a buscar a Dios», explica Yasmina. «Mi madre enfermó debido a un tumor. Hicimos todo lo posible para sanarla, incluso imploré a Dios para que la curase. Pero, desgraciadamente, se fue con mi padre».
Unas horas antes de que su madre falleciese, mientras lidiaba con la duda, Yasmina tuvo estos pensamientos: «Dos días antes de que mi madre muriese, durante el mes de Ramadán, estaba sola en mi habitación reflexionando sobre la existencia de Dios», rememora. «Pensé: ‘Si en realidad existe, lógicamente Él me escuchará y responderá a mis preguntas’. Así que comencé a decirle: ‘Si existes, ¿quién eres? ¿Eres de verdad el que describe el Corán o hay otro Dios?’».
Dios escuchó las preguntas de Yasmina, y ella se dio cuenta de cómo una nueva perspectiva en su búsqueda de Dios comenzó a tomar forma en sus pensamientos. Así surgió un atisbo de esperanza.
«De repente, empecé a acordarme de las historias de Moisés y Jesucristo, unas historias que ya había leído en un libro escrito por musulmanes: ‘Historias de profetas [Qissas Al-Anbiya en árabe]’», cuenta Yasmina. «Este libro menciona algunos textos de la Biblia. Pensé que a lo mejor la verdad se podía encontrar en aquellas religiones que existieron antes del islam.
Así que decidí dejarlo a un lado y tratar de aprender más sobre la vida de Jesús porque fue su historia la que me conmovió de verdad».
Comenzó así con su búsqueda de la verdad sobre Dios mediante una lectura cuidadosa y diligente del Evangelio. Al final, Yasmina pareció haber entendido por primera vez quién es realmente Dios y decidió aceptar el amor y la esperanza de Jesús.
«Me sentía triste y agobiada por el miedo y la inseguridad», recuerda. «La vida no tenía significado ni valor para mí, pero Dios me ayudó a superar todo eso. Él dio sentido a mi vida. Pude saborear el verdadero gozo y la verdadera paz cuando confié mi vida en el Señor Jesucristo».
«Era como si hubiese deshonrado a la familia y pensaban que mi futuro estaba arruinado»
Sin embargo, esta decisión trajo una oleada de nuevas dificultades en su vida. Tuvo que afrontar la ira de sus familiares, quienes rápidamente se volvieron en su contra tras su conversión. «Mis hermanos estaban enfadados y molestos conmigo, sobre todo cuando empecé a ir a la iglesia», se lamenta Yasmina. «Para ellos, era como si hubiese deshonrado a la familia y pensaban que mi futuro estaba arruinado. Nuestros primos y vecinos también intentaron presionar a mis hermanos para castigarnos a mi hermana pequeña y a mí porque ella también confiaba en Cristo».
Ante la adversidad, Yasmina encontró refugio estudiando la Biblia. Es más, su sed de conocer a Dios y crecer en su fe la motivó a seguir una formación bíblica en su país. «Los cursos que hice me permitieron profundizar en mi conocimiento sobre Dios, la fe cristiana y la Iglesia», agradece. «También encontré respuestas a preguntas que me habían estado rondando la cabeza sobre la Biblia y los temas del sufrimiento y la maldad».
Yasmina conoció ahí al que es ahora su marido, Saleh, quien ya era un seguidor de Cristo cuando la conoció. Se casaron con la esperanza de formar una familia cristiana juntos. Pero pronto se dieron cuenta de lo difícil que es vivir como cristianos en su país natal.
En marzo del 2022, Saleh fue sentenciado a seis meses de prisión condicional bajo la acusación de «llevar a cabo un culto no musulmán sin autorización previa de la comisión nacional de religiones» y de la «participación en una reunión sin armas». Se encontraba en la iglesia con otros muchos cristianos cuando la policía atacó el edificio y lo cerró.
A pesar de la creciente hostilidad, la decisión de esta pareja de dejar su país no fue algo fácil, pero se dieron cuenta de que necesitaban recuperarse. Yasmina y su marido anhelan el día en el que puedan volver a casa sin miedo ni presión para poder practicar su fe cristiana de forma libre. Su historia actual señala la urgente necesidad de libertad de religión y reunión en África del Norte, y cómo la decisión de aceptar a Jesús en una sociedad musulmana crea varios niveles de vulnerabilidad para las jóvenes solteras e incluso casadas.
*Nombre ficticio e imagen representativa utilizados por motivos de seguridad.