Historias 26 marzo 2025

Encontrada en la soledad

Cuando Batoul* decidió seguir a Jesús no sabía en lo que se estaba metiendo. Su vida se volvió profundamente dolorosa -pero Dios no la abandonó

 

 
Cuando Batoul* decidió seguir a Jesús no sabía en lo que se estaba metiendo. Su vida se volvió profundamente dolorosa, pero Dios no la abandonó. Esta es su historia. Se puede ver a simple vista que Batoul tiene algo diferente. Para empezar, no está usando el hiyab, el velo musulmán que utilizan muchas mujeres en este país del norte de África. También está el hecho de que ella habla de Jesús con una alegría contagiosa. Batoul es una joven en sus 20 que vive en algún lugar del norte de África. Debido al entorno restrictivo en muchos de estos países en su mayoría musulmanes (en esta región se encuentra Argelia, Marruecos, Túnez, Libia y Egipto) no podemos decir el país exacto en el que ella vive, por motivos de seguridad. Pero la historia de Batoul muestra cómo Dios obra incluso en los lugares más peligrosos. Y muestra como Él empodera y escoge a aquellos que suelen ser considerados como débiles o marginados, y les da el derecho a ser llamados hijos e hijas de Dios.
 

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Batoul tuvo una infancia violenta.  

Esta cristiana creció en una familia musulmana.

Pero a diferencia de otras familias en esta zona del norte de África, su familia no solo seguía las costumbres conservadoras del islam.

Su padre era un extremista que interpretaba el Corán de tal manera que oprimía brutalmente a Batoul, su madre y sus hermanas.  

«Mi padre trataba con nosotras utilizando la violencia. Nos obligaba a repetir todas las oraciones que él recitaba», recuerda Batoul. «Era muy agresivo con nosotras».

Sus hermanas eran obligadas a usar vestimentas que las cubrían totalmente, de acuerdo con la ley sharía. Batoul era muy joven para utilizar esas prendas, pero sabía que con el tiempo tendría que hacerlo.  

Su padre también abusaba de su madre, Amina*.

«Él quería que ella usara el hiyab y ella se negaba», recuerda Batoul. «Entonces la amenazaba con casarse con otra mujer que sí utilizara el hiyab». La amenaza funcionó y la madre de Batoul comenzó a utilizar el velo islámico.   

«No tenía familia, no tenía nada, y mi fe se tambaleó porque no sentía que Cristo estaba conmigo, solo veía que las personas que estaban conmigo me abandonaban. Así que en ese momento, consideré suicidarme y poner fin a mi vida»

En otra ocasión, el padre de Batoul regresó de la mezquita y vio que Amina no estaba vestida de la forma que él demandaba.

Así que, como castigo, quemó toda su ropa.  

A pesar del miedo intenso que se vivía en casa, Batoul pudo encontrar consuelo en su madre y hermanas.

Su padre era un monstruo, pero al menos ellas se tenían una a la otra.

«Con mis hermanas teníamos una relación sólida. Le teníamos mucho miedo a papá; el error más pequeño resultaba en golpes y gritos», se lamenta. «Hablábamos mucho, compartíamos mucho, todo lo que hacíamos, lo hacíamos juntas».  

Y luego, Jesús cambió todo.

Un cambio radical... ¿a mejor?

Batoul recuerda que su padre comenzó a sentir dudas sobre el islamismo extremo en el que estaba inmerso. Habían ocurrido algunos ataques terroristas en la región, asociados a radicales islámicos, y él comenzó a cuestionarse sus creencias. 

Luego, en un viaje en autobús, alguien le habló de Jesús al padre de Batoul. 

Por la gracia de Dios, su corazón escucho la voz del Señor, abrió su corazón y decidió seguir a Jesús

«Después de su conversión, mi padre cambió muchísimo», nos cuenta Batoul. «Él se volvió amable y dejó de obligarnos a vestir de cierta forma. Para ese entonces, mis hermanas estaban profundamente apegadas a la idea de vestir y rezar cómo él había demandado antes, así que su cambio fue un duro golpe para ellas. Pero yo estaba feliz con su transformación tan radical».  

Sus hermanas estaban felices de que su padre ya no las maltratara, pero no aceptaban su nueva fe en Cristo. «Ellas deseaban que él continuara siendo un musulmán que las tratara bien», señala Batoul. «Mi madre estaba agradecida por su nuevo esposo amoroso que la trataba bien, pero, al igual que mis hermanas, ella no podía aceptar su conversión y que él se hubiera vuelto un infiel». 

Además, Amina* no tenía donde ir: no tenía familia, trabajo ni ingresos. Tenía que permanecer con su esposo, a pesar de que es común para los cónyuges musulmanes divorciarse de sus esposo o esposas que se vuelven «infieles».  

Batoul tenía curiosidad por la nueva fe que su padre había abrazado. Ella lo veía ir a los estudios bíblicos cada semana en diferentes hogares, y cuando era el turno de su padre de ser anfitrión, ella escuchaba atentamente la conversación sobre las buenas noticias y la salvación.  

«Lo disfrutaba mucho, me sentaba con ellos durante toda la reunión, escuchando los himnos», recuerda. «Me acerqué mucho a mi padre, e incluso a algunos miembros de la iglesia y sus familias, especialmente a sus hijas. ¡Me encantaba todo eso!». 

Una enseñanza en particular la impactó. «En el islam, necesitas orar y pagar el zakat (una ofrenda de caridad obligatoria), y aún con eso, el cielo no está garantizado», comenta. «Pero en el cristianismo, si crees, recibes la salvación. Esta idea me fascinó y me llevó a querer explorar más de esta fe». 

Batoul esperaba ansiosa los estudios bíblicos, emocionada por poder aprender más sobre Jesús. Cada vez lo amaba más profundamente y lo aceptó como su salvador. A los 11 años ya creía en Él, y a los 16 fue bautizada

Al principio, estaba emocionada por su nueva fe y pensó que su conversión no afectaría mucho la relación con su madre y hermanas. «Pensé que sería fácil ser cristiana, pero estaba equivocada», comenta Batoul. 

La realidad era muy distinta. 

«Creía que podía elegir ser cristiana como si escogiera cualquier otra religión. El islam enseña el respeto por todas las otras religiones, así que pensé que no sería un problema si escogía el islam o el cristianismo, que ellas lo aceptarían totalmente. Pero en lugar de eso, sufrí el doble: para mi mala suerte, pagué el precio por la conversión mía y la de mi padre. Ellas no se atrevieron a perseguir a mi padre, así que se volvieron contra mí». 

Su madre pensaba que solo era una etapa de la adolescencia. Pero Batoul sabía que era mucho más serio que eso. Estaba segura de su decisión, y entonces tuvo que escoger entre su familia o Jesús, entre la comodidad de estar en familia o la incertidumbre del nuevo camino descubierto. 

«Elegí seguir a Jesús, sin saber muy bien qué esperar, pero convencida de que la vida con Jesús es digna de todos los sacrificios». 

Sin descanso, sin esperanza

Aunque permaneció junto a su esposo, Amina no pudo confrontarlo directamente ni expresar su enfado por su decisión de abandonar el islam.

Se vio obligada a aceptarlo y a vivir con la realidad de su conversión.

Pero todo lo que Amina quería decirle a su esposo «infiel» se lo dirigió a su hija adolescente

La sociedad del norte de África se opone firmemente a la presencia de mujeres en lugares o reuniones con muchos hombres, ya que contradice sus valores y principios.

Amina utilizó este argumento para mantener a Batoul alejada de la iglesia, empleando todas las tácticas posibles para hacer miserable la vida cotidiana de su hija. Además, las convenciones culturales dificultaban que la comunidad diera el arriesgado paso de acercarse a una mujer soltera. 

La crueldad no sólo provenía de su madre.

«Mis hermanas no podían protestar delante de mi padre porque él también era cristiano, pero en su ausencia me golpeaban y me decían: ‘¿Cuánto dinero te han dado por ser infiel? ¿Qué precio han pagado por tu traición?’», recuerda Batoul. 

Ora con Batoul
  • Una de las hermanas de Batoul está mostrando interés en Jesús; ha estado asistiendo a reuniones de oración y sesiones de discipulado, buscando la Verdad. Ora para que esta hermana abra su corazón, escuche la voz del amor de Jesús y se entregue plenamente al Señor. 
  • Batoul también pide oraciones para que pueda encontrar un marido piadoso con el que compartir su vida y su amor. 
  • Batoul pide oraciones por las mujeres del norte de África: «Ruego al Señor que las fortalezca, que crean en Él y que no tengan miedo, sino ánimo. Espero que se vuelvan resistentes como yo, capaces de orar y leer la Biblia libremente, y que se mantengan firmes frente a las persecuciones a las que puedan enfrentarse». 
  • Después de perder otro trabajo debido a su fe, Batoul ha decidido servir a Jesús y a su iglesia a tiempo completo. Ora para que Dios sostenga su trabajo y todas sus necesidades. 
  • Batoul nos pide que sigamos orando por la salvación de su familia. 

Sus hermanas también aumentaron la presión a través de Amina. «Me pegaban y animaban a mi madre a castigarme, diciendo que no estaba debidamente disciplinada porque quería conocer a chicos», explica Batoul. Su madre, incapaz de aceptar la nueva fe de su hija, estaba decidida a hacerla volver al islam a cualquier precio, incluso golpeándola. 

Durante las comidas, un momento de reunión familiar muy importante en la cultura del norte de África, Batoul fue condenada al ostracismo. «Decían: ‘No puedes sentarte a comer con nosotros’, negándose a compartir la comida conmigo», recuerda. «En mi cultura, comemos del mismo plato, así que me sentía como un animal comiendo sola. Esa era su intención. Me resultó muy duro ver cómo mi propia madre, la que debería haberme protegido y amado, me perseguía junto a mis hermanas. Se distanciaron de mí y perdí tanto el afecto maternal como el calor familiar». 

Por desgracia, su padre no fue de ayuda en absoluto. Quizás porque sentía una profunda culpa por haber maltratado a su familia en el pasado, se mantuvo al margen del conflicto. 

«Se distanció de todos nuestros problemas porque no sabía cómo proteger a su hija cristiana sin herir al resto de su familia musulmana», dice Batoul. «’No quiero problemas contigo ni con tu hermana’, me decía. ‘Todas sois mis hijas’. Debió de ser un dilema difícil para él, sobre todo teniendo en cuenta su tensa relación con mi madre. Antes de convertirse al cristianismo, no había sido un buen marido ni un buen padre. Ahora, con su esposa y sus dos hijas rechazando su nueva fe, intentó evitar que la situación empeorara. Así que se distanció y me confió a un líder de la iglesia». 

En resumen: Batoul estaba sola. 

Durante este difícil momento, la joven buscó afecto en otra parte para aliviar su soledad y llenar el vacío dejado por el rechazo de su familia. Conoció a un hombre musulmán y empezaron a salir. Ella se enamoró de él, le ocultó su fe cristiana y esperaba que él se convirtiera y se casara con ella. 

La pandemia de la COVID-19 empeoró aún más las cosas. Estaba atrapada en casa con una familia que parecía despreciarla por completo. 

«Estaba todo el día encerrada en casa con mi madre y mis hermanas», recuerda Batoul. «No me daban ni un solo día de descanso con sus burlas y su presión implacable para que hiciera las oraciones islámicas, llevara el hiyab y me convirtiera de nuevo al islam». 

Solía estar muy unida a sus hermanas y a su madre; solían compartirlo todo y hacer todo juntas. «Me quedé sola, lo hacían todo sin mí, me sentía como un cuerpo sin alma», dice. 

Batoul también se dio cuenta de que necesitaba confesarle a su novio su fe en Jesús. No sabía que el resultado sería el momento más oscuro de su vida. 

Había llegado a depender de este hombre como un ancla en medio de toda la miseria. «Con mi familia persiguiéndome y el encierro, sufrí la angustia de estar lejos de la persona en la que tenía todas mis esperanzas, pero él no me aceptaba como cristiana». El recuerdo sigue siendo desgarrador, y Batoul llora al pensar en período de su vida. «Él me consideraba una infiel, así que rompió conmigo». 

«No tenía familia, no tenía nada, y mi fe se tambaleó porque no sentía que Cristo estaba conmigo, solo veía que las personas que estaban conmigo me abandonaban. Así que, en ese momento, consideré suicidarme y poner fin a mi vida». 

Pero Dios no dejó sola a Batoul. 

«Con mi familia persiguiéndome y el encierro, sufrí la angustia de estar lejos de la persona en la que tenía todas mis esperanzas, pero él no me aceptaba como cristiana»

 

No estuvo ni estará sola

En medio de estos desafíos, Batoul no se dio cuenta de que el Señor estaba trabajando todo el rato. «Durante este tiempo, Cristo estuvo interviniendo en muchas situaciones de mi vida, de maneras que desconocía», dice ahora. 

«Durante este tiempo, Cristo estuvo interviniendo en muchas situaciones de mi vida, de maneras que desconocía»

Después de que terminara el confinamiento por la COVID-19, Dios puso la situación de Batoul en el corazón de un colaborador de Puertas Abiertas en el borte de África.

El hermano Youssef* se puso en contacto con su padre, ya que se conocían a través de una iglesia local, y le preguntó cómo estaba su hija. Cuando supo que estaba sufriendo y que necesitaba ayuda desesperadamente, se puso en contacto con ella. 

«Descubrió el sufrimiento que yo estaba soportando y la inmensa presión a la que estaba sometida», dice Batoul. «Me fortaleció, recordándome que mirara a Cristo y recordara cómo fue perseguido, crucificado, golpeado y soportó un gran sufrimiento. Como sus seguidores, nosotros también enfrentaremos tales pruebas». 

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El hermano Youssef también ayudó a Batoul a ver que, a través de Jesús, no estaba sola. «El hermano Youssef me dio un consejo. Me dijo que siempre debía recurrir a Jesús cuando enfrente un problema. Y que si necesitaba un padre, debería hablar con Dios en primer lugar, y pedirle todo lo que solía pedirle a la gente. Debería recurrir a Cristo... para todo lo que necesitara hacer en mi vida, e identificar en Él a todas las personas que necesito en mi vida». 

Batoul también empezó a asistir a la iglesia en casa del hermano Youssef, apoyada por Puertas Abiertas. Se reúnen en secreto, ya que se trata principalmente de una congregación de conversos del islam, y tales conversiones son ilegales en el lugar donde viven. La iglesia ha proporcionado otro salvavidas a Batoul. «Para mí, la iglesia es la familia que buscaba desde que empecé a creer de niña», dice. «Es la reunión que buscaba cuando era una creyente solitaria». 

Muchos versículos e himnos de la Biblia reconfortaron el corazón de Batoul y le dieron fuerzas. Llegó a comprender que no estaba sola: Jesús estaba con ella, fortaleciéndola a cada paso y en cada sufrimiento. «Sentí que Cristo me estaba cambiando cuando llegué a ese punto en el que perdoné a todas las personas que me hicieron daño o me hicieron injusticias en la vida», dice. 

«Para mí, la iglesia es la familia que buscaba desde que empecé a creer de niña»

No retroceder

Batoul tararea una canción que escucha todos los días: 

«Finalmente tomé mi decisión/ 

Seguiré a Jesús sin importar lo difícil que sea y lo fuerte que sea el viento/ 

Me quedó junto a Jesús./ 

Si, le digo a Jesús, sí, sí./ 

No regresaré y sin remordimientos. / 

Soportamos el sufrimiento y vencemos al pecado en el nombre de Jesús».

En la actualidad, las relaciones de Batoul con su madre y hermanas han mejorado. Se han dado cuenta de que su compromiso con Dios es fuerte y duradero. «Desean que vuelva al islam, pero ya no me presionan y me tratan bien», dice. «Ahora no sufro una gran presión por parte de mi familia con respecto a mi fe, pero veo en sus ojos y en su comportamiento su deseo de que vuelva al islam». 

Batoul todavía espera encontrar un marido. Su madre la llama «solterona» y a veces intenta encontrarle un marido musulmán. Pero Batoul se niega, aunque sí que espera casarse. 

Sin embargo, incluso con su mejorada vida familiar, Batoul sigue sin estar segura, simplemente por el lugar donde vive y por el hecho de seguir a Jesús ahí. «Como creyentes y miembros de la iglesia, nos enfrentamos a problemas con el Gobierno», revela. «Cuando nos reunimos un domingo, no debemos levantar la voz mientras cantamos himnos para que los vecinos no llamen a la policía y presenten una denuncia. Así que estamos bajo presión». 

Su condición de mujer soltera añade una capa adicional de dificultad. «La presión sobre nosotras como mujeres se duplica en la sociedad», explica. «Una dificultad para las mujeres cristianas es cómo pueden asistir a la iglesia; un hombre puede salir de casa sin ningún problema, pero a una mujer se la interrogará sobre a dónde va, con quién y a qué hora. Se le hará un interrogatorio exhaustivo. Muchas chicas no pueden ir a la iglesia porque su familia no les permite salir a menos que vayan acompañadas por toda la familia». 

Incluso con los desafíos actuales, Batoul está preparada. «Como creo en Cristo, debo estar preparada para la persecución y cualquier otra cosa a la que pueda enfrentarme», dice. «Extraigo mi fuerza de la palabra del Señor y creo en sus enseñanzas. No debo enfadarme ni reflejar una imagen decepcionante de Jesús. En su lugar, debo acercarme a los demás con Su mensaje. Incluso cuando me persiguen y me golpean, los trato con amabilidad». 

Gracias al apoyo de los colaboradores de Puertas Abiertas, Batoul también ha iniciado un ministerio para mujeres como ella, que han aceptado a Jesús y son rechazadas y maltratadas por sus familias y comunidades. Ella las acompaña, las aconseja y ora por ellas. 

«Estoy compartiendo este amor con todo el mundo, me pongo en contacto con las chicas», dice. «Muchas de ellas tienen miedo de sus familias y de la sociedad. ¡Por eso tienen miedo de creer!». Batoul se hace amiga de chicas en situaciones similares a la suya y utiliza su experiencia y conocimiento de Dios como su Padre Celestial para mostrarles la verdad de Jesús. 

«Es a través de la oración que puedo superar esto. En toda la tristeza, contemplo a Cristo en mi vida porque, cuando recuerdo que Él está conmigo, me siento alegre»

A pesar de todo lo que ha pasado, Batoul quiere a su madre y a sus hermanas. Ora todos los días para que escuchen la voz del Señor y lo acepten como su salvador.

«Ahora, ya no me siento sola», dice Batoul, «¡Pero a veces todavía siento el dolor! Cada vez que siento este dolor, lloro. Pero también oro. Es a través de la oración que puedo superar esto. En toda la tristeza, contemplo a Cristo en mi vida porque, cuando recuerdo que Él está conmigo, me siento alegre».

Al terminar de contarnos su historia, canta otra canción que le llega especialmente al corazón:

«Espíritu del Señor, te invitamos a venir en medio de nosotros, a llenarnos de fuerza, a vivir dentro de nosotros, ahora. /

Tú eres el Espíritu vivificante, eres el Dios sanador/

Tú nos guías y nos consuelas. Reina sobre nosotros ahora/

Espíritu de Dios, te pedimos que vengas en medio de nosotros, que nos llenes de fuerza, que vivas dentro de nosotros ahora».

Puede que Batoul no supiera el dolor inicial que soportaría por seguir a Jesús. Pero la esperanza de Dios derramada en su corazón y el Espíritu Santo han cambiado su vida y le han dado una nueva perspectiva. Ha tomado su decisión y se mantiene fiel en ella, pase lo que pase.

Una oración por Batoul
Señor, gracias por tu obra constante en la vida de Batoul y por rescatarla de la soledad antes de que se quitar la vida; gracias por darle nueva vida en ti. Te quiero pedir eso mismo por su hermana que está mostrando interés en ti, para que su corazón se abra completamente a tu amor, que escuche tu voz y encuentre en Jesús la Verdad y la Vida. Oro también por la salvación de toda su familia, para que puedan conocerte y entregarse a ti, y vuelvas a unirles como antes, en amor, en ti. Te pido que sostengas a Batoul en este nuevo camino de servicio en la iglesia, proveyéndola todo lo que necesita tanto en el trabajo como en su vida personal y fortaleciendo su fe. Derrama tu gracia sobre las mujeres cristianas perseguidas del norte de África, dales valentía y resistencia para seguirte sin miedo, y dales oportunidades para que puedan orar y leer Tu Palabra con libertad. Finalmente, te pido que guíes a Batoul en su deseo de encontrar un esposo piadoso con quien compartir su vida y su amor por ti. En el nombre de Jesús, amén. 

«Tengo la esperanza de que el Señor no deja a nadie en la oscuridad, y no permitirá que toda esta persecución se desperdicie. Esto es solo una prueba para nosotros, y todas las cosas terribles por las que pasamos desaparecerán». 

Puertas Abiertas trabaja a través de colaboradores en el borte de África para fortalecer y apoyar a Batoul y a otras conversas del islam que lo arriesgan todo para seguir a Jesús.

A través de tus oraciones y apoyos, puedes ayudarlos a compartir las buenas noticias de Jesús con innumerables personas que sufren y buscan un Padre Celestial. 

Batoul sigue siendo vulnerable, viviendo en un entorno hostil; sin embargo, ha abrazado el cristianismo con todo su corazón, mente y fuerza.

Necesita tus oraciones y el aliento de sus hermanos en Cristo.

Por favor, ora con nuestra hermana en el norte de África. 

*Nombre ficticio e imagen representativa utilizados por motivos de seguridad.